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En la congregación de los Corintios tenían debilidades y deficiencias, pero tenían algo muy positivo: retenían la doctrina verdadera que Pablo había enseñado, por lo cual, el apóstol tiene palabras de alabanza para ellos. Pues aún se comunicaban con él para comentarle sus dudas y fallas, para que través de sus cartas Pablo los siguiera pastoreando.
Las “instrucciones” se transmitían en forma oral a los hermanos y de la misma manera se tenían que repetir a los nuevos creyentes (2 Ti 2:2). El Señor Jesús dio instrucciones también a los doce discípulos (Mt 11:1) en forma oral, para que ellos llevaran el evangelio a otras aldeas. Ya habían transcurrido aproximadamente veinte años de la crucifixión de Cristo cuando los apóstoles empezaron a enviar las cartas a las iglesias, y fue hasta entonces que tuvieron las instrucciones en forma escrita, para poder llevarlas a cabo tal y como las recibían.
Aunque el apóstol había hecho notar situaciones que estaban fuera de lugar, reconoce y aprecia que la iglesia cuidaba de actuar y de vivir el cristianismo, que les había enseñado. La enseñanza de Pablo había sido efectiva y perdurable.