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Acaya era una región griega que incluía Atenas y llegaba hasta la península del Peloponeso donde se encontraban Corinto y Cencrea. Macedonia también formaba parte de Grecia, en la parte norte. Estéfanas y su familia fueron las primicias en esa región.
Pablo les pedía que respetaran y escucharan el consejo de la familia de Estéfanas, por ser líderes espirituales, y tenían más antigüedad en el evangelio. Desde su salvación habían tomado la responsabilidad de ministrar las necesidades espirituales de los hermanos, no porque los hubieran consagrado o elegido oficialmente, sino porque consideraban que su tarea era servir al pueblo de Dios. La familia de Estéfanas mostraba un liderazgo espiritual con habilidad para organizar las actividades en la congregación, aunque había personas que no apreciaban sus labores, y por envidia o celos los repudiaban. 16 Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan. Pablo reconocía el trabajo que realizaban en la iglesia además, de que por seguro ponían su casa a disposición de los hermanos en la fe.
17 Me regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia.
Creyentes fieles que viajaron a Éfeso a saludarlo y que le llevaron las noticias del trabajo que estaban realizando en la congregación. Personas que con toda disposición fueron a recibir consejo de Pablo para ayudar a dirigir el trabajo en Corinto. Pablo graciosamente, reconoce como su presencia suplía al grueso de la iglesia. Inspira que Pablo los mencione por nombre, junto a muchos ilustres pioneros, que embellecen “las galerías de la fama” en los recintos del cielo.
