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4:18-20 “Mas algunos están envanecidos, como si yo nunca hubiese de ir a vosotros. 19Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos. 20Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder”.


Pablo sabía que con todo y carta de recomendación habrían de menospreciar a Timoteo, pues a él mismo lo estaban menospreciando. La soberbia cubría ya la mente de algunos y pensaban que el apóstol no volvería jamás y al “niño” que enviaba habrían de terminar por expulsarlo. Pablo claramente les dice que irá, no solamente que tiene la intención. Añade que esa visita se podrá lograr “si el Señor quiere” algo compatible con lo que enseña el apóstol Santiago (Stg 4:15). Es bueno enseñar a las jóvenes generaciones de ministros que no olviden añadir a sus expresiones esta frase, todo lo contrario es soberbia también, como lo llama Santiago.

Pablo enojado espeta que deseaba conocer a los habladores, y quiere ver la calidad de poder que se suponen tienen. Quizá de la palabra “poder” aquí alguien pueda pensar en una connotación de influencia que se puede tener en la iglesia. Pero no es así, el vocablo griego que usa el apóstol es “dunamis” y que en el versículo siguiente se usa de nuevo, refiriéndose a la verdadera autoridad espiritual que confiere el Espíritu Santo a los que Él quiere y en Él esperan. Se puede entender que había unos envanecidos que tenían o decían tener carismas sobresalientes cuando en realidad podrían ser simples y carnales agitadores a los que no había que temer.

Pablo remata el párrafo con esta famosísima frase entre los pentecostales: “Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder”. La expresión debe tomarse en su contexto, Pablo está hablando que la iglesia, la evangelización, la doctrina y los carismas no son de “habladores” como los merolicos o sofistas griegos que sabían usar la palabra y la lógica para tener la boca abierta de los grandes públicos, no, el reino de Dios es dúnamis, un poder sobrenatural que viene del Espíritu Santo; un poder que transforma a los hombres, no a la mente mediante la lógica, sino a todo el ser humano mediante una fuerza que no radica en las personas, sino que viene del cielo, el poder del Espíritu Santo.

Bien es conocido que los creyentes pentecostales se multiplican porque echan mano de este poder para ganar almas y para que los enfermos sean sanados. Esto hace cambiar muchos corazones y muchas decisiones.

© 2018 La Biblia Continental. Todos los derechos reservados. Diseñado por Creating Destiny Graphics. Biblia Reina Valera 1960 y El texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de American Bible Society, por lo cual se puede usar solamente bajo licencia.