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A continuación, derivado del aspecto anterior sobre los deberes del matrimonio en la intimidad, Pablo da un consejo y no una orden, es decir, lo que a continuación va a enseñar tiene el fin de dar una opinión no obligatoria, pues no todos la podrán llevar. Pero si alguno tiene la capacidad de materializar lo que Pablo aconseja le irá mejor en su desempeño como siervo de Dios.
Tomando un paréntesis aquí se revela algo del estado civil de Pablo, cuestión que ciertamente ha cautivado la mente de muchos. Se afirma que para ser estudiante del calibre de Saulo de Tarso a los pies de Gamaliel se requería estar casado, especialmente si se era un rabí de la secta de los fariseos. Por lo menos en este versículo nueve se puede afirmar que Pablo era soltero o viudo, pero cuando menos ya no estaba casado pues afirma “sean como yo, los solteros y las viudas”. Esta expresión apoya mucho al estado de soltería debido a toda la responsabilidad que lleva estar ligado en matrimonio y que quizá sería un distractor para el ministerio de tiempo completo.
Es un deseo paulino, eso sí, que todos los creyentes, especialmente los que sirven, queden solteros, pues eso, especialmente en aquellos momentos que la expansión del Reino pedía gente de tiempo completo, era valioso, para que los hombres de Dios se enfocasen a servirle intensamente y no compartieran su tiempo en sujetarse a un matrimonio que les exigiría tiempo además de esfuerzo. Añádase la llegada de los hijos y eso repercutiría en más tiempo y esfuerzo. Desde luego que ese estado no debe ser permanente.
La afirmación de Pablo que fuesen como yo es claramente en alusión a estar soltero, de no tener vínculo matrimonial.
(Nota: algunos comentaristas piensan que Pablo aquí se refiere a estar deseando la resurrección venidera y no tanto a su situación de soltería).
El apóstol quisiera que los creyentes que se dedican a servir a Dios pudieran tener ese trabajo de tiempo completo, pero eso es sólo cómo un consejo como bien introduce el v. 6. pero cada uno tiene su propio don de Dios. (refiriéndose a diferentes tipos de ministerio). Y como efectivamente enseña, cada hombre tiene su propio don (Griego: karisma, algo que sólo el Espíritu Santo puede dar) y para el desarrollo de ese carisma cada cual debe aprender a usarlo como bien pueda guiarlo el Señor. Cada persona es diferente y cada uno tiene cuando menos un carisma que debe usar para edificación de la iglesia.
El tema de los dones es muy variado y a veces no se entiende a cabalidad. Existe la palabra griega dorón que se refiere a cualquier regalo u obsequio que alguien puede recibir, según sea el contexto. Puede ser un don que alguien como lo dicho en Mateo 2:11 en donde los magos ofrecieron presentes (gr. dorón) al niño Jesús o en Efesios 2:8 donde dice que la salvación es un don de Dios. Sin embargo, cuando se trata de los dones que el Espíritu Santo otorga se usa casi exclusivamente el vocablo “carisma”. Es importante distinguir que esta segunda palabra se refiere casi sin excepción a las capacitaciones sobrenaturales del Espíritu Santo como las de 1 Corintios 12.
Cuando Pablo usa don de continencia no se refiere a un “dorón” o “karisma” sino al poder que uno tiene para abstenerse, tal como lo sería la templanza. La palabra que usó el apóstol aquí en 1 Corintios 7:9 es ekrateomai que sólo se usa dos veces en todo el Nuevo Testamento (a este hecho se le llama dislegómena) y aparece solamente en 1 Corintios 7:9 y en 9:25 para referirse a lo que alguien se abstiene, con toda la fuerza de su voluntad, así que don de continencia nunca debe considerarse como un don del Espíritu Santo sino como el último punto del fruto del Espíritu Santo.
Andarse quemando se refiere a que es siempre mejor casarse que vivir excitado, pensando en sostener relaciones sexuales y no tenerlas. (La Biblia RVC 2011 expresa: “es mejor casarse que arder de pasión”). La sensualidad reprimida sólo por que sí o como consecuencia de una mala enseñanza no es buena; un hombre o mujer que sienten fuertes deseos sexuales lo que deben hacer es casarse pues eso será siempre mejor que estar en el ministerio, reprimiendo algo que puede luego explotar y ser negativo para la congregación. Pablo regresa a que “cada uno tenga su propio marido o mujer” para que las pasiones sensuales tengan un encauzamiento correcto, válido y totalmente bíblico.
