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1 Corintios Capítulo 8
Sólo hay un Dios, los ídolos nada son 1 Corintios 8:1-6

8:1-6  “En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. 2 Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo. 3 Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él. 4Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. 5Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), 6para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él”.



Pablo prosigue en este capítulo con la lista de cuestiones que los hermanos de Corinto le habían enviado anteriormente, pues de nuevo usa la expresión “en cuanto” como lo hizo en el primer versículo del capítulo anterior. Se entiende que otro de los problemas que enfrentaba la iglesia era sobre lo sacrificado a los ídolos, en este caso, ídolos griegos que abundaban en toda la ciudad. Recuérdese que el apóstol se enfrentó en una ocasión a los furibundos artesanos de la diosa Diana (Artemisa en griego) en la ciudad de Efeso, quienes al ver amenazado su negocio de templecillos, réplicas del de Diana (Hch 19:27) por poco mataban al apóstol.

Los nuevos creyentes de Corinto no tenían un reglamento local ni el Nuevo Testamento todavía, sus maestros eran gente buena pero no tenían preparación de algún instituto bíblico y, ante la avalancha de nuevos convertidos, la iglesia se llenaba de un folclórico coctel de ideas. Algunos hermanos comían carne y otros no; tal vez, otros nuevos hermanos traerían colgando en su cuello ídolos o amuletos de buena suerte que habrían heredado de su familia. En las casas seguramente existían todavía vestigios de la antigua vida pagana, pues las paredes griegas se adornaban con frescos que mostraban alguna escena del Olimpo o del panteón de los dioses helénicos; no faltaría que algunos congregantes de la iglesia mantuvieran expresiones corporales a manera de cábala para “espantar” la mala suerte.

Todo ello llevó a la exasperación a la iglesia, así que los creyentes de corintios aprovecharon poner en la lista que enviaron a Pablo esta cuestión, pues en la iglesia había hermanos que escudándose en su conocimiento del Antiguo Testamento o de haberse codeado con los apóstoles, herían a los nuevos creyentes y asustaban a los demás, por ello el apóstol empezó esta sección con este punto tan importante.

Pablo usa un sarcasmo aquí: sabemos que todos tenemos conocimiento, es decir, “se ve que esta iglesia tiene muchos eruditos”, claramente es un sarcasmo pues no todos decían tener conocimiento. Se trataba de algún grupo que abusaba dando a entender que ellos tenían la gnosis (griego: conocimiento), pero basarse sólo en la gnosis es vanidad, hace ser arrogante a la persona, que se envanezca, que se infle. En cambio, el que tiene amor en una iglesia es más valioso, pues edifica.

No se está implicando aquí, como afirman algunos, que no es necesario estudiar, pues estudiar en un seminario “envanece” al escolar, no, pues Pablo mismo era un hombre que estudió muchos años, antes de empezar su ministerio. El conocimiento aquí se refiere al poder que habían adquirido muchos en contra de sus hermanos por el simple hecho de aparentar ser sabelotodos. No estudiaban para hacer crecer a la congregación sino para tomar hegemonía sobre ella para luego seleccionar a los que ante sus propios ojos eran dignos y quienes no lo eran.

Todo lo que se aprende debe siempre servir para ayudar a otros a crecer, pues en este caso se podía ver que los que presumían su inteligencia eran aparentemente, los que comían carne o participaban en actividades idolátricas, pero al tener tal “revelación” se sentían sin culpa y se burlaban de los otros hermanos por escandalizarse de ello. “Nunca debe tomar una iglesia esa dirección”, parece decir Pablo, “sino aquella que tome en cuenta a los hermanos débiles”.

La cuestión de lo sacrificado a los ídolos era algo que se estaba dando en un lugar tan pagano como Corinto. El conflicto se estaba haciendo cada vez mayor debido a que la gente nueva que comenzó a asistir a la iglesia, estaban muy acostumbrada a las actividades sociales-idolátricas; quizá alguno de ellos hasta eran organizadores de eventos para alguna de las deidades que prevalecían en aquella ciudad.

Después del sarcasmo del capítulo uno, Pablo pasa a la carga de una manera más clara en el versículo dos y ataca a aquellos sabelotodos que se imaginaban que tenían el conocimiento. El ataque de Pablo consistía en decirles que si ellos creían que tenían algo de conocimiento simplemente era imaginación de ellos, pues, si alguno se imagina que sabe algo sin edificar, en realidad no sabe nada como debe saberlo, ya que el principio regente del saber es el amor. Saber algo, implicaba tener amor para edificar a la congregación. Una iglesia sin amor simplemente dañará a los que se congregan, por lo tanto siempre debe haber en cada iglesia conocimiento con amor y eso permitirá la edificación de todos y de cada uno.

Jugando con las palabras conocimiento, (o gnosis en griego) Pablo indica que cuando uno conoce algo ese algo parece pertenecerle a la persona que tiene ese conocimiento, sin embargo si no tiene amor es como ser un vaso solitario que sólo sirve para presumirle a otros; pero cuando está implicado el amor es Dios quien conoce a la persona puesto que el amor que esa persona refleja sólo puede ser producto de una relación sana e íntima con el Padre; lo que podemos entender es que cuando vemos a una persona que ama a Dios y ama a los hermanos es porque Dios conoce esa persona es decir, es Dios quien la adquiere (3es conocido por Dios), el Señor es el verdadero dueño de esa persona.

Ahora Pablo menciona las viandas. Las viandas no son otra cosa más que alimentos derivados de la carne de animales que se sacrificaban a los ídolos de los griegos allí en Corinto. No existían rastros municipales, supervisados por el gobierno en aquellos tiempos, sino que las vacas y corderos se llevaban a los templos para los rituales paganos y por consecuencia esa carne ya la consideraron en la iglesia contaminada por los ídolos. El problema lo tenían los cristianos gentiles, pues los judíos siempre procuraban mantener, como hasta hoy, lugares kosher dónde adquirir sus viandas para evitar en todo lo posible algún tipo de contaminación, tanto física como espiritual con esos alimentos. Eran los cristianos gentiles quienes tenían que comprar en carnicerías normales, su dote cotidiana de carne y allí el grave problema que tenían moralmente.

En una interesante yuxtaposición el apóstol Pablo contrasta la existencia de los ídolos con la existencia del único Dios. Si bien los griegos tenían un gran panteón de dioses (en griego: pan,todos; teos,dios) y en el cual se supone que reinaba Zeus o Júpiter, el padre de los dioses griegos. Todo eso es nada, dijo Pablo. Es decir, es totalmente inexistente pues no hay alguna imagen que tenga vida. Los ídolos nada son, ni en este mundo ni en cualquier otro. Frente a ello, afirma, sí existe un Dios, y es el único Dios verdadero tanto para los cristianos como para los que no lo son, pues es el verdadero Creador. Dios es real y existe en sí mismo, una propiedad que sólo le pertenece a Dios y se conoce como Aseidad.(término derivado del latín)

Para Meditar

Hoy en día existe mucha gente proveniente del catolicismo, o de alguna religión en la cual tienen muchas imágenes y muchos ídolos, a quienes les puede revivir algún tipo de inclinación hacia las imágenes que tienen en su casa o las que han heredado durante varias generaciones. Algunos creyentes conservan figuras de cristos, o pinturas de Jesús orando, o siendo crucificado, o bajado de la cruz en brazos de su madre, o reproducciones de ésta a quienes les guardan cierta veneración o temor, tal vez por haber pertenecido a sus padres. Algunos conservan pequeñas cruces en las puertas de su casa, como creyendo que les protegen. La Palabra es fuerte en este capítulo o en otros, pidiendo que se destierren del hogar sin ningún temor.

Afirmando la posición correcta, Pablo en el versículo cinco añade, 5Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), en esta tierra habrá muchos que se llamen señores, o se llamen así mismos dioses, incluso quizá algunos llamen a los objetos “dioses” pero simplemente esos llamados dioses no existen, por lo que los hermanos que sientan temor de desechar las imágenes y los ídolos que tuvieran en su casa deben perder el miedo a ellos, puesto que son nada, y tampoco harán nada para defenderse o vengarse.

Nota histórica:

¿Qué es un ídolo? Esta pregunta puede ser de respuesta obvia para alguno, sin embargo, quizá no sea tan clara para otros. En primera instancia en la carta del apóstol Pablo a los Corintios, se puede ver fácilmente que los ídolos aquí eran las estatuas de los llamados dioses que se adoraban en ese tiempo, tales como Júpiter, Diana, Dionisio, Venus, Marte, de la mitología griega; y otras imágenes de talla, de otras culturas, como pudieran ser Mitra, Isis, Horus; deidades de los pueblos vecinos.

Hoy día parece haber mucha tibieza -en algunas regiones- para rechazar la idolatría, el culto mariano está muy extendido y algunos de los creyentes pueden tener miedo de deshacerse de las vírgenes que antes veneraban. El culto a los ángeles aparece cada vez más en hogares que se llaman cristianos y no parece que se está corrigiendo. El mismo apóstol Juan, dos veces se postró en el libro de Apocalipsis para adorar a un ángel, pues seguramente seducido de su gloria no podía soportar estar firme y de no ser por la ecuanimidad de los mismos ángeles quienes corrigieron al apóstol amado éste hubiera caído en idolatría (Ap 19:10; 22:8, 9).

Como menciona el Espíritu Santo en Éxodo 20, nadie debe hacer alguna imagen de lo que está en los cielos, en la tierra o debajo de la tierra. Jehová Dios, siempre se apareció en fuego, nube o torbellino para que no se hiciera alguna representación de Él.

En el Antiguo Testamento se pueden encontrar situaciones descuidadas que llevaron a la idolatría. Recuérdese a Gedeón, quien hizo tropezar a su familia con aquel efod de oro que construyó en Ofra (Jueces 8:27) y con el cual prostituyó al pueblo ya que lo hizo objeto de culto. Se menciona la historia de la serpiente de bronce que Moisés levantó en el desierto con un buen propósito y que luego Israel adoró. El rey Ezequías la despedazó tirando el polvo que quedó, al río llamándola peyorativamente Nehustán (esa cosa de bronce) para limpiar a su pueblo de toda idolatría (2 R 18:4).

Pablo contraataca recalcando que sólo hay un Dios, el Padre, y un solo Señor, el Hijo, no hay más. Si los griegos tienen al “padre de los dioses”, Zeus o Júpiter, no es el padre de nosotros, ni siquiera es un señor, menos un dios, pues simplemente es un ídolo que no tiene poder. Del Padre proceden todas las cosas, “y a quien nosotros pertenecemos; y un solo Señor, Jesucristo, por medio de quien existen todas las cosas, incluso nosotros mismos” (RVC 2011)

El final de este segmento, se cree, era parte de un credo que los creyentes aprendían de memoria. Es muy bello y muy didáctico, y quizá lo aprendían de este modo:

Sólo hay un Dios, el Padre,
del cual proceden todas las cosas,
y nosotros somos para Él;
y un Señor, Jesucristo,
por medio del cual son todas las cosas,
y nosotros por medio de Él.

Tiene la forma perfecta para memorizar, permitía a los paganos convertidos al Señor, otrora acostumbrados a las fórmulas mágicas dirigidas a sus ídolos, obtener doctrina entonada en verso, y así poder repetirla de memoria, ante los ataques que habrían de suceder por parte de los gentiles y los herejes.

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