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Continuación: ausencia de Pablo de la iglesia 3:1-10
3:11-13 “Mas el mismo Dios y Padre nuestro, y nuestro Señor Jesucristo, dirija nuestro camino a vosotros. Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.”


Nota sobre el tercer viaje misionero: El apóstol Pablo anhelaba volver a Tesalónica y estaba consciente que con la ayuda de Dios podría lograrlo. En Hechos 20:1-6 se narra parte del tercer viaje misionero de Pablo. Pasó dos veces por el norte de Macedonia donde se encontraban Filipos, Tesalónica y Berea. Primero en su camino hacia Corinto, en donde se dice que estuvo 3 meses (20:3) y luego en el regreso, camino a Jerusalén.

Es decir, que visitó dos veces las amadas iglesias de Filipos, Tesalónica y Berea, que fueron las primeras que fundó en Europa, a las que destina 3 cartas: dos a los tesalonicenses y una a los filipenses. No parece que haya escrito una carta a los bereanos, “que eran “más nobles que los que estaban en Tesalónica -judíos- pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran ciertas. Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres”. Las tres cartas mencionadas están envueltas en un mensaje de amor y cuidado pastoral, casi no señalando faltas de esos valientes creyentes.

Hechos 20:4 relata que en su camino hacia Troas y Efeso (Mileto) se le unieron Sópater de Berea, Aristarco y Segundo de Tesalónica, engrosando su equipo misionero, camino a Jerusalén.

“Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre”,

Esto quiere decir, que los hermanos de Tesalónica tenían que ser verdaderos portadores de la gloria de Dios y seguir compartiendo a otros el amor que habían recibido de parte del Señor. Ya que con esto llevarían las buenas nuevas de Jesucristo a todo el mundo de aquella época. También les encarga que sean irreprensibles en santidad, es decir, que no hubiere mancha alguna que apareciera en sus vidas y se desacreditare el santo evangelio que los hizo nuevas criaturas en Cristo Jesús para honra de Dios Padre.

“en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.”
Termina este capítulo haciendo una introducción a una de las porciones más importantes de la carta y de las que más se repiten en los funerales, para dar seguridad a los creyentes de lo que nos espera a todos los fieles.

Deben leerse con mucha atención los dos capítulos siguientes.



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