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Apocalípsis



Pablo exhorta a los hermanos, 1 Ts 5:12-24
5:19-22 “No apaguéis al Espíritu. 20No menospreciéis las profecías. 21Examinadlo todo; retened lo bueno. 22Absteneos de toda especie de mal”.


• No apaguéis al Espíritu.
• No menospreciéis las profecías.
• Examinadlo todo; retened lo bueno.
• Absteneos de toda especie de mal”.

El Apóstol continúa con la lista de demandas para el creyente. Pablo utiliza el verbo “apaguéis” (griego: sbennymi) que significa, detener o sofocar (Ef 6:16). Motiva a los hermanos de Tesalónica a no detener el mover del Espíritu Santo en la congregación. La manifestación de la tercera persona de la Trinidad no ha cesado en la vida del creyente, como algunos creen. Es el hombre quién no permite al Espíritu Santo accionar. ¿Cómo sucede esto? Tres acciones del cristiano, entre otras, que “apagan al Espíritu”:

a. El abuso de la razón. Es cuando el creyente deja de orar, de buscar a Dios y desea dar respuesta a los misterios de Dios por medio de la razón humana. Entonces su “carne” o la influencia del mundo ahogan al Espíritu.
b. El abuso de la glosolalia y los dones espirituales. El hablar en lenguas fuertemente, no para edificación propia y a veces como competencia, sólo para medir la espiritualidad.
c. Creer que las manifestaciones del Espíritu Santo eran para la época de la iglesia primitiva. Los “cesacionistas” aseguran esto y dicen que ya no es necesario ese mover.

¿Por qué Pablo insta a “no apagar al Espíritu”? La Tercera persona de la Trinidad ha sido dada al creyente para que sea el fuego que enciende la llama de la pasión para adorar y servir a Dios con todo el corazón. Jesús dijo: “pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos…” (Hch 1:8). Los discípulos llenos de ese fuego, fueron capaces de extender el evangelio, enfrentar peligros y morir como mártires (Hch 2:14, 41-47; 3:7-10; 4:13,30; 5:3, 13; 7:59; 8:5).

“No menospreciéis las profecías” es otra solicitud. La profecía sirve para edificar a la iglesia (1 Co 14:4), para exhortación y para consolación; “menospreciar” es no hacer absolutamente caso, o reducir a nada. Esto es lo que algunos de los tesalonicenses estaban haciendo con la profecía. Es probable que quien presidía la iglesia era muy cuidadoso en que no surgiera desorden en la reunión, o, porque se levantaron “falsos profetas”. Lo que llevó a muchos a ignorar o descuidar este don.

El apóstol aboga por una aceptación cuidadosa de las profecías. Pide, “examinadlo todo; retened lo bueno”. Se requiere la prueba o examen de todas las profecías para no confundirse. Por medio de este don, Dios se comunica con sus hijos y nunca debe utilizarse para propio beneficio; por eso deben probarse (2 Ts 2:1,2; Mt 7:15,16). “Bueno” significa genuino. Cuando se da una profecía debe tomarse de ella lo genuino, así como el trigo se separa de la paja.

La cuarta petición es: “Absteneos de toda especie de mal”. La vida en Cristo está llena de desafíos y el mal está al asalto. Toda apariencia o forma visible de lo malo debe ser evitado por el creyente (Lc 3:22; 9:29; 2 Co 5:7). Pablo dice a los hermanos de Galacia: “un poco de levadura, leuda toda la masa” (Ga 5:9). El mal aparecerá de muchas maneras y en cualquier tiempo, por ello, el cristiano debe estar vigilando y renunciar a todo ello.



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