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Instrucciones sobre la oración, 1 Timoteo 2

2:9-11 “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad. La mujer aprenda en silencio con toda sujeción”


“Asimismo”, igual que el “quiero” , para los hombres. Ahora, el Apóstol habla en cuanto al atavío de las “mujeres”. Según las costumbres orientales, puede decirse, que ya era ganancia que las mujeres pudieran estar en la “asamblea pública”. Para que todos camine bien, Pablo marca cuatro pautas para el atavío y comportamiento de las damas y así evitar calumnias a la fe (1 P 3:3-5).

Se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia. Al asistir a las asambleas públicas, las mujeres debían vestirse modestamente. Esta expresión toma el sentido de arreglos y adornos que son parte del uso diario y continuo. Ellas debían vestir con moderación, evitando gastos innecesarios. Por supuesto que debían seguir la moda del país donde radicaban, en este caso Éfeso. Se dice que la vestimenta griega era la más decorosa en aquel tiempo. Las mujeres cristianas debían evitar la extravagancia de aquellas que por poco decoro, o liviandad, se adornaban meramente para atraer la atención y provocar “piropos”.

Que no se atavíen con peinado ostentoso. Esta tendencia era común dentro de la cultura de aquella época. Las mujeres se hacían peinados con trencillas, mostrando así su extravagancia. Las tensas eran sostenidas con peinetas de carey enjoyados o por medio de broches de marfil o plata. En Isaías se muestra un poco de la cultura de las mujeres al vestirse: “Por cuanto las hijas de Sion se ensoberbecen, y andan con cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan van danzando, y haciendo son con los pies… quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, lunetas, los collares, los pendientes, y los brazaletes, las cofias… los anillos y los joyeles de las narices…” (Is 3:16-23).

Que realicen buenas obras. Pablo manda a la mujer se atavíe de “buenas obras”. La enseñanza del apóstol no sólo está basada en prohibiciones, sino que también presenta el lado positivo del tema. Su ornamento debe ser “preocuparse por hacer lo bueno, como se espera de las mujeres que aman y respetan a Dios” (TLA). Pedro, el apóstol, también habla sobre el tema: “Vuestro atavío sea el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios” (1 P 3:3,4). Lo más importante no son los atavíos o adornos que embellecen, sino el corazón incorruptible de las grandes mujeres santas, poseedoras de un espíritu dócil y apacible delante de Dios y de la sociedad.

Que aprenda en silencio, con toda sujeción. Esta no es una prohibición a la predicación de la mujer. El versículo debe interpretarse a la luz de 1 Co 11:5 y 14:34,35. Las restricciones rigurosas escritas en 1 Corintios, fueron provocadas por el hecho de que muchos miembros de esta iglesia eran convertidos del paganismo y la nueva libertad encontrada en Cristo, los había llevado al libertinaje o a ciertas extravagancias que eran indecorosas e irrespetuosas. Siendo Éfeso, lugar donde pastoreaba Timoteo, y la ciudad de Corinto puertos, sus convertidos tenían normas



Nota Etica

Sería poco conforme al evangelio, que defiende la ley de la libertad, constreñir a las mujeres cristianas a observar al pie de la letra los preceptos que pueden variar según los tiempos, las costumbres y las posiciones. El principio de estas recomendaciones es universal. La mujer debe ser sabia al vestirse y al comportarse en la iglesia y fuera de la iglesia. Debe ser un ejemplo para aquellas que no son cristianas. Pablo no tiene nada en contra del sexo femenino, al contrario, ordena que el esposo ame a su esposa, como Cristo amó a la iglesia (Ef 5:25) y Pedro afirma que debe ser tratada como “vaso frágil” (1 P 3:7).

y cultura muy diferente a la judía. La iglesia de Éfeso estaba compuesta por personas que habían salido del paganismo, igual que la de Corinto. Por lo tanto, fija estas normas a éstas y otras iglesias, con el mismo trasfondo, para que el evangelio no sea calumniado.



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