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Él aceptaba que no buscaba su economía o lo que pudieran darle, sino que estaba interesado en saber que estaban bien y en su crecimiento espiritual, a diferencia de los falsos apóstoles, quienes si se aprovechaban de ellos (11:20). Esto fue igual a lo que les argumentaba en la epístola anterior (1 Co 3:2) y en esta carta, escrita al menos un año después, la condición era similar, parecía que la primera no tuvo efecto.
La condición de la iglesia era bien conocida por Pablo. Una vez más les recalca que no les sería carga, a pesar de que como apóstol y como quien les llevó el Evangelio podía serlo. En la primera carta les expresó que era adecuado que habiendo sembrado lo espiritual, pudieran segar lo material de ellos (1 Co 9:11) porque Dios ordenó que los que anuncian el evangelio, vivan del evangelio (1Co 9:14), pero tampoco esta argumentación pareció ser suficiente.
Sin duda el apóstol no pensaba aprovecharse de su postura como quien fundó la iglesia (Hch 18:1-17) porque les escribió que los padres deben ahorrar para los hijos. Esta porción respalda su condición de siervo que no se aprovecha de los que dirige, presentándose como un padre que con amor, una vez más, exhorta a sus hijos esperando un cambio favorable en sus actitudes.
es importante reconocer que los pastores actuales, que sirven a una congregación y anuncian el Evangelio con pasión y esfuerzo como Pablo, merecen la misma honra que él esperaba. Este es un llamado a la obediencia y generosidad de los creyentes para que cumplan con sus diezmos y ofrendas.
