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Al describir su visión resalta que el privilegio que tuvo no fue dado a un hombre cualquiera, sino a un hombre en Cristo, o como la NVI traduce: un seguidor de Cristo. El apóstol, en su persona y en las vivencias que describe, no pierde de vista que su centro siempre fue Jesús y evita llevarse una gloria inmerecida, poniendo en su narración a quien le permitió tal privilegio.
El diccionario Vila y Escuain menciona tres tipos de cielo. Concepto que es apoyado por la Biblia de Estudio Pentecostal, pág 1661 y otros más:
• el cielo que se puede ver, donde vuelan las aves, es decir, el atmosférico;
• el cielo encima de la atmósfera, donde están los planetas y estrellas;
• y el espiritual, que es la morada de Dios. Llamado también paraíso (vv.3,4; Lc 23:43; Ap 2:7) cuya ubicación no se revela, que es la morada de Dios y el hogar de todos los creyentes que han partido de este mundo (5:8; Fil 1:23)
Este cielo es al que fue arrebatado Pablo. (Diccionario Bíblico Vila y Escuain, Editorial Mundo Hispano: 2003, s.v. “cielo”).
Para resaltar la veracidad del acontecimiento, Pablo escribe el tiempo en que esto sucedió, catorce años atrás. Jamieson, Fausset y Brown en su comentario, ubican a Pablo en este lapso de tiempo en su segunda visita a Jerusalén y relacionan el suceso con la visión mencionada en Hechos 22:17, cuando le sobrevino un éxtasis.(Comentario exegético y explicativo de la Biblia tomo I: el Antiguo Testamento. Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 2003).
Si ese éxtasis ocurrió en esa fecha, le esperaban a Pablo todavía largos años de encarcelamientos y privaciones, tanto en Judea como en Roma, además de los complots en Jerusalén y los peligros en el largo viaje. Su ministerio apostólico tenía que ser ratificado para que se ejerciera con señales, maravillas y prodigios ante tribunos, saduceos, fariseos, gobernadores romanos, reyes judíos, marineros; así como ante mordeduras de serpientes, enfermos en Malta y luego en la misma casa del César. (capítulos 22 al 28 de Hechos)
En su descripción, habla de no tener una seguridad sobre si tal experiencia ocurrió dentro de su cuerpo o fuera del cuerpo, pero sí especificando por dos ocasiones el lugar al que fue arrebatado (vv.2 y 4): a la misma morada de Dios. Con esta visión el apóstol deja ver dos aspectos de su ministerio: el primero es que, como hombre de Dios, o seguidor de Cristo pudo vivir este tipo de experiencias; el segundo es que su posición de predicador y apóstol no debía ser puesto en duda, ni menospreciado; como los falsos predicadores lo mostraban ante la iglesia. (11:12, 13).