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Este verso es una pausa al argumento, un traslado histórico ministerial; para hablar de manera dramática externando las jornadas interminables, así como las noches de insomnio y probablemente ansiedad por conocer el resultado de la primera carta que les había enviado. Al usar el término “atribulados”, el cual era empleado para describir “el prensar las uvas, contraer o estrujar”, Pablo lo utiliza en su persona al hablar de su carrera ministerial, a los conflictos que tuvo con los adversarios paganos de las provincias circunvecinas a las iglesias en Macedonia, que se amotinaban en contra del evangelio; además, refiere que no todo el conflicto es externo, sino interno, temores (esöthen phoboi= fobos, fobia). Tal vez Pablo hacía conjeturas acerca del éxito de su epístola o tal vez temores de que la severidad de la misma pudiera privarle del afecto de los hermanos corintios.
El apóstol Pablo tuvo constantes ataques, en cada ciudad que presentaba razón de la fe que había adoptado, surgía un grupo (minoría) que movía los hilos de las masas sociales, para que fuera rechazado con todo y sus ideales. La provincia de Macedonia era una de las más amplias y económicamente estables; contando con templos dedicados al servicio de distintas deidades, que representaban gran parte de la economía que se movía en las ciudades de esta gran provincia. La presentación del evangelio por parte del apóstol a los gentiles era considerada como un ataque a la economía de la ciudad, y si a esto se añade la lucha constante de los falsos hermanos por hacer al cristianismo una rama del judaísmo, se entienden las aflicciones internas del apóstol.
El hombre de Tarso nos deja el mayor legado para la vida del creyente fiel y verdadero. El cual lo podemos interpretar de la siguiente manera “sin importar que estés viviendo, jamás debes abandonar la convicción que te da la fe en Cristo”. En la praxis esta convicción es fortalecida a través de la comunión que el creyente llega a tener con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, por medio de la oración, la lectura de la escritura de manera concienzuda y devocional, así como los constantes ayunos para sujetar su humanidad.