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2TIMOTEO CAPÍTULO 1

Testificando de Cristo 1:3-18
1:8,9 “Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, 9quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos”.


Después de hacerlo consciente del equipamiento con que Dios lo ha dotado, Timoteo es desafiado a no avergonzarse de dar testimonio de Jesucristo. Pablo que había experimentado hasta ahora las aflicciones por causa del evangelio de Jesucristo, y que continuaba padeciendo, sabía sin duda que el joven Timoteo pasaría por circunstancias parecidas. El propósito del apóstol es que Timoteo honre al Señor siendo testigo fiel, además de honrar la inversión del apóstol, preso por la causa del Señor, en su formación ministerial. Mas bien debe participar o compartir el sufrimiento que viene por predicar el evangelio, no en la carne, sino con el poder que Dios le ha dado. Debe tener en cuenta que fue Dios quien los salvó y llamó con llamamiento santo, eso da garantía de respaldo, al considerar que la obra mayor, la salvación, ha sido hecha, la menor, ayudarlos en las aflicciones, está asegurada.

Aparte de la salvación, el llamamiento (gr. Kaleo) implica un designio, no un accidente o equivocación por emocionalismo, sino una misión personal, y, es santo en naturaleza por venir de Dios. Es imposible para Pablo aislar sus fundamentos doctrinales y separarlos como unidades independientes, esto se ve reflejado en las afirmaciones siguientes: no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo, reafirmando en esto la naturaleza de la salvación que es por fe y no por obras (Efesios 2:8), todo esto conforme al plan soberano de Dios; y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús, antes de los tiempos de los siglos, (Efesios 1:3-5) contra la creencia de que las obras eran los méritos necesarios para la salvación, reiterando que ésta es la gracia que Dios nos dio en Cristo conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor (Efesios 3:11).



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