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COLOSENSES CAPÍTULO 3

Plenitud de vida en Cristo, Col 3:1-4

3:1-4 “Sí, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”.


Pablo comienza esta sección enfocándose en la vida práctica del cristiano, ya que Jesús realmente resucitó de entre los muertos, y el cristiano también con Él; ocurre una conjunción maravillosa. Por el hecho de haber resucitado con Cristo, el autor enfatiza que se busquen “las cosas de arriba”.

El poder purificador de su sangre y del Espíritu de Cristo, les ha sellado. La provisión de la gracia se ha vertido abundante. Los colosenses poseen la vida de la resurrección, por lo tanto, deben experimentarla en un grado tal, que esa unión transforme su vida entera: mente, corazón y voluntad.

Sí, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, los colosenses han resucitado con Cristo, y sus vidas deben ser diferentes. Sus intereses deben estar enfocados en Cristo; sus mentes, sus deseos, ambiciones y en realidad toda su perspectiva completa, han de estar centrados en el reino celestial donde Él gobierna y a donde pertenecen definitivamente sus vidas. Para ello se requiere de un esfuerzo continuo, porque tal concentración no viene automáticamente.

El apóstol le recuerda a los colosenses que las regulaciones ascéticas (al estilo de los monjes) no tienen un valor real para contener los deseos de la carne, como lo afirmó al final del capítulo previo: “no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne” (2:23) El único remedio para dominar las pasiones pecaminosas, se encuentra en la comunión diaria del creyente con Cristo y con su Espíritu.

La base para la apelación de Pablo de ocupar la mente en las cosas de arriba es doble:
• Primero, han muerto a ese viejo orden con sus poderes espirituales, sus disciplinas de autonegación y reglas esclavizantes, sus experiencias místicas e inútil adoración centrada en ellos mismos.
• Segundo, su nueva vida está escondida con Cristo en Dios. Centrados en Dios significa que su vida es segura y nadie puede tocarla allí.

Su nueva vida en Cristo no es visible para otros y, en alguna medida, está escondida de ellos mismos. Esta vida será plenamente evidente sólo cuando Jesucristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”. Verdaderamente el día de la manifestación de Jesús, será también el día de la manifestación de los verdaderos hijos de Dios.

El apóstol Pablo quiere que los creyentes de Colosas comprendan que al bautizarse, el cristiano muere y resucita. Cuando sale del agua es como si resucitara a una nueva vida. Los pensamientos del cristiano se centran en las cosas de arriba y deja de estar obsesionado con las cosas triviales y pasajeras de la tierra. El autor de la carta no les propone que se retiren de las ocupaciones y responsabilidades de este mundo para no hacer otra cosa que meditar en la eternidad. Pablo pasa a establecer una serie de principios éticos que dejan bien claro que espera que el cristiano continúe con su trabajo y mantenga todas sus relaciones normales; pero con esta diferencia: desde ese momento el cristiano considerará todas las cosas sobre el trasfondo de la eternidad, y ya no vivirá como si este mundo fuera lo único que importara.

Para Meditar

La vida del creyente está unida a la vida de Cristo de tal manera que las dos no pueden ser separadas. El apóstol Pablo agrega en otra carta: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. (1 Tes. 5:23). He aquí una promesa maravillosa de que el creyente compartirá la gloria del Hijo de Dios.

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