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Aristarco originario de Macedonia es mencionado junto a Pablo, en el relato de Lucas sobre lo acontecido en Éfeso (Hch 19:29). Los comerciantes de platería idolátrica culpaban al apóstol Pablo de afectar el negocio. Se levantó una turba de gente enardecida que tomó a Aristarco y a Gayo, al no encontrar al Apóstol.
Marcos, el sobrino de Bernabé, es el mismo Juan Marcos que los acompañó en
el primer viaje misionero y que al ver los riesgos, se regresó a casa. (Hch 13:13) Eso fue motivo de la separación de Pablo y Bernabé, cuando comenzaban el segundo viaje y éste lo quería llevar con ellos (Hch 15:37-41). Bernabé hizo equipo con Marcos y se fueron a Chipre (Hch 15:38-40). Pablo escogió a Silas y Hechos cuenta mucho sobre ese segundo viaje. Poco se sabe de Juan Marcos en los siguientes diez años, pero alegra mucho saber las menciones que después Pablo hace de él, aquí en Colosenses 4:10, en Filemón 24 y de una manera especial en 2 Timoteo 4:11 cuando Pablo pide que lo traiga Timoteo al tiempo de su segunda y última prisión : “porque me es útil para el ministerio”.
El reconocimiento mayor es que le hace el apóstol Pedro, cuando lo llama mi hijo (1 P 5:13). Todos los eruditos concuerdan que el Evangelio que escribió Marcos, contiene gran parte de la información que le compartió Pedro el Apóstol.
mucho se ha predicado en la iglesia sobre las segundas oportunidades. El noble Bernabé creyó en su sobrino, como antes había creído en Pablo, cuando fue a buscarlo a Tarso y lo introdujo en la naciente comunidad de Antioquía (Hch 11:25). Muchos jóvenes antes de afirmarse en el Señor cometieron faltas graves, que pudieron haberlos eliminado para siempre de un pastorado, sin embargo, el buen Señor los perdonó y los llamó a realizar grandes avances en su Reino. Esa actitud perdonadora debe prevalecer en las iglesias hoy en día, haciendo surgir a los Bernabés, Pedros y Pablos. Gracias a los “originales” tenemos el dinámico Evangelio de Marcos.
Jesús llamado Justo. Este nombre era de uso muy común entre los judíos1, el sobrenombre tiene origen latino (Justus). El apóstol los ubica, como parte del grupo de la circuncisión, con referencia a la nacionalidad judía de estos colaboradores.
“Que me ayudan” (sunergos) es una cualidad que destaca Pablo para este grupo de hermanos, denota su función efectiva para el trabajo en la obra de Cristo. El apóstol reconoce el valor de estar rodeado de personas leales. Sin la fidelidad de ellos, no podría haber tenido el alcance que tuvo, en los amplios alcances de su ministerio. El énfasis describiendo las cualidades de sus consiervos, muestra agradecimiento.
Fomentar la ayuda mutua entre consiervos, permite que la obra del Señor avance. El apóstol no solamente entendió la importancia de potenciar a otros, sino que también reconoce el apoyo de sus colaboradores. Debido que somos el cuerpo de Cristo (Col. 1:18), debemos trabajar de forma interrelacionada. En el ministerio no hay lugar para los protagonismos o el territorialismo, al entender que cada uno de los que trabajamos en la obra somos participantes del mismo llamado.
