Dos cosas son las causas del desenfreno pagano:

1.- La ignorancia. Es la ignorancia de la voluntad de Dios, la que hace errar y pecar al hombre natural, al hombre impenitente. Es por ello que la palabra de Dios debe ser enseñada, proclamada, distribuida, publicada, etc. Cuando la Biblia es leída seriamente por una persona, esa persona no volverá a ser la misma. “Así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mi vacía sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para que la envié”. (Isaías 55:11)

2.- Dureza del corazón. Esta se da en personas que aun cuando ya conocen la escritura y quedando convencidos por sus enseñanzas, siguen resistiendo su aplicación en sí mismos, hasta que se insensibilizan y caen en degeneración, “cometiendo con avidez, toda clase de impureza”. También pueden ser aquellos que se volvieron atrás del santo mandamiento y son “como el perro que vuelve a su vómito o la puerca lavada que vuelve al cieno”. (2 Pedro 2:22).