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Habían pasado ya cerca de treinta años, desde que tuvo su trascendental encuentro con el Señor Jesucristo, lo cual se narra en Hechos capítulo 9. Esa experiencia la contó por seguro muchas veces, en cada lugar a donde llegaba. El libro de los Hechos registra dos, en Hechos 22:6-21 y en Hechos 26:9-19.
Pablo no lamenta haber perdido las cosas que eran para el ganancia, sino una pérdida por amor de Cristo, porque su pasión y entrega era tener un perfecto conocimiento de Cristo (1Co 3:11, Sal 118:22, 1P 2:7).
Pablo, al decir que había dejado las cosas pasadas, no se percibe en sus palabras un sentir de lamento o añoranza, sino que “por amor” lo había “perdido todo”, y nada de ese pasado tenía valor. Nada de lo que pudo haber dejado es comparado con lo que obtuvo al “ganar a Cristo” . Interesante en Cristo “se obtienen ganancias en las perdidas” (Lc 18:29-30; Hech 14:22).
algunos creyentes no disfrutan del gozo pleno de Cristo porque siguen pensando en lo que dejaron atrás: negocios, casas, profesiones, amigos, viajes, carrera, familia, placeres temporales. Unos con todo y un llamado especial, siguen añorando lo que dejaron. Pablo en cambio afirma: lo que era ganancia, lo “estima como perdida” (v.7), todo lo perdido, “lo tengo por basura”, para ganar a Cristo (v.8b)