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Recuérdese que la iglesia de Filipos, en el norte de Grecia, fue la primera iglesia cristiana establecida en Europa.
Los filipenses constituyeron la congregación con menos problemas de todas las que son mencionadas en el Nuevo Testamento.
En esta epístola están ausentes las exhortaciones sobre cuestiones doctrinales, advertencias contra los falsos ministros, problemas extremos de mala conducta como en el caso de Corinto. Al parecer, sólo hay un pequeño detalle que Pablo quiere que se corrija: un desacuerdo entre dos hermanas, Evodia y Síntique.
Cualesquiera que hubiera sido el asunto que las llevó a un distanciamiento, no podía quedarse sin atender, debía enmendarse con prontitud para que la unidad de la iglesia no se afectara. (Ef 4:3).
En el cuerpo de Cristo, cada creyente debe tener el mismo sentir, no es posible trabajar y lograr importantes objetivos, sintiendo o haciendo algo distinto que afecte el propósito y la importante comisión que Cristo le señaló a la iglesia (Marcos 16:15,16).
El clamor profundo del Señor Jesús, al despedirse de sus discípulos aquella terrible noche de agonía antes de ir a la cruz, incluyó primariamente la unidad. “Para que todos sean uno, como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros para que el mundo crea que tú me enviaste”. (Juan 17:20,21).
con mucha frecuencia surgen desacuerdos entre líderes de la iglesia local, en ocasiones envolviendo al pastor. Esas desavenencias deben arreglarse pronto, para que no se extiendan a otros creyentes o familias. En el caso de las hermanas Evodia y Síntique, su ausencia “de un mismo sentir” fue notable al grado de comunicárselo a Pablo y éste pedir ayuda de su compañero fiel. Como Apóstol que era y echando mano de su autoridad espiritual, las conminó a superar su pequeño problema. Esto resalta la importancia de las denominaciones, en donde hay líderes con autoridad sobre las iglesias, que pueden ayudar, cuando se dan situaciones que amenazan la vida de las congregaciones