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En la vida cristiana los creyentes también enfrentan los mismos sinsabores que los no creyentes, sin embargo, los hijos de Dios tienen suficientes recursos espirituales para mantener el gozo. Éste se encuentra en la lista de los frutos del Espíritu en Gálatas 5:22,23: gozo, en griego jara, el cual comienza con nuestra salvación, y sigue presente en medio de pruebas, presiones y sufrimientos (Ro 5:2,3); se alimenta con el amor, con cánticos y con una actitud continua de acción de gracias. 2 Corintios 6:10, presenta una necesaria opción para el cristiano: “como entristecidos, pero siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, pero poseyéndolo todo”.
Por el gozo depositado en el creyente, puede enfrentar las constantes adversidades. Pudiera ser que las circunstancias por las que esté pasando el creyente, son demasiado difíciles y que, mostrar gozo en medio de tal situación sería algo absurdo. Sin embargo, Pablo, que estaba en condiciones deplorables, prisionero, encadenado muchas veces, en mazmorras mal olientes de las tenebrosas cárceles romanas, exclama: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” “…porque el gozo del Señor es vuestra fuerza” (Nehemías 8:10b).