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HEBREOS CAPÍTULO 12

Puestos los ojos en Jesús, Heb 12:1-11

12:1-3 “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. 3Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar”.


Habiendo mencionado de ellos una lista —dígase, tan sólo una muestra— de aquellos que triunfaron debido a su fe, dice que ellos son una “grande nube de testigos”, es decir, como si ellos, habiendo ya llegado a la meta, estuvieran observando a los que aún están en la pista, y diciéndoles con su ejemplo, que sí es posible ser vencedores. No obstante, el pecado es lo que impide correr a cualquiera de estos protagonistas, y no sólo el pecado en sí, sino “todo peso”, pues el cristiano debe vivir una vida libre de afanes y preocupaciones (Mt 6:25; Fil 4:6).

Dice que la carrera de la fe debe correrse con paciencia; y la paciencia, siendo una de las expresiones del fruto del Espíritu (Gá 5:22), es indispensable para llegar hasta el final. Para ello, el máximo ejemplo de todos es Jesús mismo. Él fue quien creó el modelo de fe y quien lo llevó hasta su grado más alto; fue quien corrió con paciencia su carrera; y no sólo con paciencia, sino con gozo, al tener siempre presente el fin maravilloso que vería después. De esta manera, Cristo fue capaz de sufrir la cruz, “menospreciando el oprobio”, es decir, no tomó en cuenta la afrenta, la ignominia y la vergüenza que la cruz significaba. No obstante, logró el fin de su fe, esto es, sentarse a la diestra de Dios, y desde ahí, ver que su cruz ha llevado a muchos hijos a la gloria (Heb 2:10).

Cristo —nos sigue diciendo el escritor de Hebreos—, “sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo”, pues estuvo frente a la abierta rebeldía de aquellos a quienes estaba salvando. Como dice también Pablo: “Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí” (Rom 15:3). El libro de Hebreos dice a sus lectores que consideren a Cristo, que mediten en las razones de la cruz y sigan el ejemplo del Señor.

© 2021 La Biblia Continental. Todos los derechos reservados. Diseñado por Creating Destiny Graphics. Biblia Reina Valera 1960 y El texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de American Bible Society, por lo cual se puede usar solamente bajo licencia.