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Una exhortación a la madurez cristiana, He 5:11-14

5:11-14 “Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”


Jesucristo es el fundamento de la creación (Gn 1:1; Jn 1:1); Jesucristo es la simiente de la mujer (Gn 3:15); Jesucristo es la simiente de Abraham (Gn 12:18; 26:4; 28:14); Jesucristo es el Ángel de Jehová (Jue 6:22; 13:15, 17, 18); Jesucristo es el Cetro de Judá (Gn 49:10); Jesucristo es el cordero pascual (Ex 12:1-14); Jesucristo es el cumplimiento de la ley (Mt 5:17); Jesucristo es el Hijo de David que heredará el trono eterno (2 Sam 7:12-16) ; Jesucristo es el Jehová del Antiguo Testamento (Salmo 23:1, com. Jn 10:11, 14-18); Jesucristo es la vara de Isaí (Is 11:1); Jesucristo es el Siervo sufriente (Is 53); Jesucristo es la Palabra encarnada (Jn 1:1, 14; comp 1 Jn 1:1; Ap 19:13); Jesucristo es el Hijo de Dios (Lc 1:35; 3:38; Jn 1:34); Jesucristo es Dios (Jn 10:33; Ro 9:5); Jesucristo es el Señor (Fil 2:11); Jesucristo es el Salvador (Lc 1:69; 2:11; 4:42; Hch 5:31; 13:23).

El escritor a los Hebreos ha mencionado capítulo tras capítulo esta verdad, ha desarrollado una temática descriptiva y bien coordinada sobre los atributos de Cristo, y como ellos superan por mucho los atributos de cualquier ser creado en el cielo o en la tierra; los atributos del Señor han sido evidentes para todos y no deja lugar a dudas de su deidad, su eternidad, y su autoridad; sin embargo, el escritor entiende que aun, “Acerca de esto tenemos mucho que decir”, apenas lo que se ha hablado es la punta del iceberg, lo más profundo aún no se ha pronunciado, no se ha dicho nada, aún quedan cosas por revelar, “y difícil de explicar”, no en el sentido de ignorancia para el escritor, sino, de impotencia por causa del estado de sus lectores, “por cuanto os habéis hecho tardos para oír”, es decir: ”lentos para entender”, “necios”, “perezosos”.

Nota histórica:

“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo”. Esto significaba que los hebreos convertidos al evangelio, todavía luchaban con las tradiciones orales judías en las que se habían formado, ellos y sus padres, lo cual influía para aceptar plenamente las nuevas verdades predicadas por Cristo y los apóstoles. En reiteradas ocasiones Jesús acusó a los fariseos de ser seguidores de mandamientos de hombres (Mt 15:7-9; Mr 7:9; Tito 1:13,14), ya que los maestros judíos habían establecido costumbres y tradiciones que apartaban al pueblo de la verdadera ley de Dios (Mr 7:3,4). Y aun seguían influenciando en las decisiones importantes (Hch 15:5)

Además, dentro de las nuevas iglesias formadas mayoritariamente por familias judías se daban controversias con respecto a la fe y a la ley. La Escritura muestra casos de judíos convertidos sin importar que fuesen discípulos directos de Jesús o no, que evidenciaron inconsistencia, con la nueva revelación. Basten estos ejemplos: Pedro (Gá 2:11-13); los ancianos de la iglesia en Jerusalén (Hch 15:4,5); los judíos convertidos (Hch 21:17-21), los judíos que predicaban en las iglesias cristianas a través del imperio romano (Hch 15:24; Fil 3:2,3). Las tradiciones de los ancianos jugaban un papel muy importante aún dentro de las prácticas del culto cristiano, que era necesario terminar. De allí la suma importancia de esta Epístola a los Hebreos.

Sin duda, esta epístola, como las demás del Nuevo Testamento, iba dirigida primeramente a los líderes de las iglesias, y después a los creyentes; así que, no eran realmente ignorantes en el conocimiento, sino en la voluntad para conducirse conforme a la palabra recibida. El testimonio de la deidad de Cristo era a todas luces una verdad incuestionable, la encarnación, ministerio, sacrificio, y resurrección que las Escrituras describían del Señor eran irrefutables, pero el corazón de ellos estaba endurecido para accionar plenamente en la nueva fe. Así que, “tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño”.

Los creyentes hebreos necesitaban una reeducación en las enseñanzas básicas de la doctrina cristiana debido a su condición, estos creyentes, a consideración del escritor eran: “inexpertos” vocablo que viene de ápeiros: ignorante, sin experiencia, que no comprende, que no tiene conocimiento; y “niños” de népios, que se traduce como “niño inmaduro”, “bebé”.

Por lo que la Epístola declara, eran incapaces de conocer y asimilar las verdades básicas del Evangelio, y no estaban preparados para discernir las cosas más profundas, puesto que “el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez”, “madurez” del griego teleios “cualidad de completo”. Este término identifica a los creyentes: con el amor de Dios (Mt 5:44-48); con su voluntad perfecta (Ro 12:2); con su revelación (1 Co 2:6); con el conocimiento de Cristo (Ef 4:13); y con el conocimiento de su Palabra (Stg 1:25), “para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal, puesto que las cosas profundas de Dios, solo son reveladas a aquellos que tienen los sentidos espirituales bien ejercitados, por la influencia constante del Espíritu de Santo.

El apóstol Pablo expresó lo siguiente: “Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria… antes bien como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios…lo cual también hablamos no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual… el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie” (1 Corintios 2:6-7, 9-10, 13, 15).



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