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El mediador de un nuevo pacto, Heb 8:1-13

8:10,11 “Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo; 11Y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos.”


El nuevo pacto sería diferente, —profetizó Jeremías 600 años a.C.—, pues ya no será externo, escrito en tablas de piedra, sino en la mente y en el corazón, será interno. Y no solo lo conocerá Israel, sino que será universal. Es decir, el actor principal del nuevo pacto, Jesús, vino a presentar sus bondades primero al pueblo de Israel: “Porque Él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1:21) y luego, predicando: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt 4:17) y luego, el Señor Jesús lanzó la gran oferta universal de salvación: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna”. (Jn 3:16).

Mente (dianoia) se refiere al pensamiento y entendimiento. La mente es la parte que razona, que entiende, que precisa ideas entre los conceptos y alcanza un juicio. Por eso pone las leyes en la mente, adentro de la mente, para que allí se regule el entendimiento. Gracias a Dios porque es el Espiritu Santo quien viene a dirigir la mente del creyente. Dios mismo dentro de la mente humana.

Corazón (kardia) se refiere a las emociones y sentimientos. La disposición de ánimo que permite realizar o no, las acciones. El deseo, es la parte del querer, el impulso que siente el humano por hacer las cosas, aunque no las entienda. Dios pondrá sus leyes sobre (epi) su corazón, “las escribirá.” Una manera enfática de querer decir, que son algo permanente, fácil de leer, fácil de guardar.

“y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo; 11Y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos.”

Esta promesa que fluyó desde el profeta Jeremías y que ratifica el escritor de la Epístola a los Hebreos, ha tenido ya parcial cumplimiento, al extenderse el evangelio y cambiar naciones enteras. La permanente lectura de la Biblia, la asistencia a los servicios semanales en las iglesias y las vidas transformadas practicando los principios bíblicos, ha sido la práctica en muchas naciones.

“Todo, como una fuerte evidencia de la obra del Espíritu Santo en la vida de los creyentes y de la regeneración o nuevo nacimiento que viene como resultado. Una manera segura de saber que una persona es salvada y tiene parte en el nuevo pacto es si tiene un sincero deseo de a gradar a Dios y de vivir según su ley y sus normas de justicia (Ro 8:1-4)” (B.Est. Pent. Pg 1032)

Ciertamente, la influencia mundana afecta, erosionando las buenas tradiciones y las generaciones adultas luchan cada día para que lo que practicaron ellos y sus abuelos, que tanto bien hizo, no lo pierdan sus descendientes.

El NT enseña que las palabras de Jeremías , no se cumplirán plenamente hasta los postreros tiempos cuando una buena parte de Israel como nación se vuelva al Señor Jesucristo como su verdadero Mesías y Salvador. (Romanos 11:25-27. Compárense con Ez 36:24-28; Zac 12:10-13:1)

Para Meditar:

Qué, el mismo Dios diga que se desentendió de ellos es un tema delicado que debe prender nuestros focos rojos. Si Dios el generoso Señor se desentiende de mí, ¿Qué pasará conmigo? ¿Podré seguir adelante? La respuesta obvia es que no. El ejemplo del trato de Dios con Israel, debe recordarnos que, “horrenda cosa es caer en manos de un Dios vivo”.

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