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En el capítulo 10 del libro de los Hechos se narra la conversión de Cornelio, un centurión romano (un gentil) que vivía en la ciudad de Cesarea, una ciudad junto al mar Mediterráneo. Destaca la escritura que Cornelio era un hombre piadoso y temeroso, el cual halló gracia delante de los ojos de Dios, llegando al conocimiento de Cristo, él, su familia y amigos más cercanos por labios de Pedro (Hch 15:7), bautizándose en agua y recibiendo también el bautismo con el Espíritu Santo, mientras el apóstol predicaba (10:44).
En este versículo en lo particular se hace notar el inicio del cumplimiento del plan de Dios para la humanidad en general, vemos en el libro de Génesis una promesa que Dios le hace a Abraham “En tu simiente serán benditas todas las familias de las naciones de la tierra…” (Gn 22:18), sabemos que esta promesa se refiere a la redención por medio de Cristo para toda la humanidad. En el evangelio de San Juan, Jesús mismo hizo referencia de su plan redentor incluyente “De tal manera amo Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito..” (Jn 3:16), así mismo Jesús en el mismo evangelio hizo la afirmación que Él tiene otro pueblo y este es el gentil, el cual se convertirá también en la Iglesia de Cristo “También tengo otras ovejas que no son de este redil, aquellas también debo traer y oirán mi voz y habrá un rebaño y un pastor.” (Jn 10:16) Claro que en ese momento sus discípulos y la gente a su alrededor principalmente por su cultura judía excluyente, no alcanzaron a comprender las palabras de Jesús y se pudiera decir que tampoco los discípulos entendieron cuando Jesús les dio la instrucción de la gran comisión que el evangelio también incluía a los gentiles. (Mt 28:18-20, Mr 16:14-18, Hch 10:34)
“Las Asambleas de Dios, como otros movimientos y/o denominaciones pentecostales creen firmemente en el bautismo en el Espíritu Santo y en su evidencia inicial de hablar en otras lenguas, así como en las manifestaciones de poder. Todo esto se confirmó durante el último siglo con el surgimiento del movimiento pentecostal que hoy está presente en 213 naciones del mundo. (Jl 2:28-29; Hch 2:39)."
Es maravilloso saber que la humanidad entera ya estaba incluida en los pensamientos y en el corazón de Dios, amándola desde antes de la fundación del mundo, proveyendo para el hombre salvación en Cristo Jesús. (Ef 1:4-7) (1 P 1:20)
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