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Pedro es librado de la cárcel, Hch 12:6-19

Hechos 12:8-10
"Le dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme. 9 Y saliendo, le seguía; pero no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, sino que pensaba que veía una visión. 10 Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma; y salidos, pasaron una calle, y luego el ángel se apartó de él."


De repente un ángel anestesió a los soldados. Sin embargo, Dios ni el ángel hicieron lo que Pedro tenía que hacer por sí mismo. El tuvo que ponerse sus ropas, sus sandalias y seguir las indicaciones precisas del ángel. Es decir, simplemente obedecer. La parte humana y la parte divina implícitas en todo milagro. Dice el canto antiguo pero vigente como principio: “Obedecer, cumple a nuestro deber, si queréis ser felices, debéis obedecer”. Lo que solo puede hacer Dios, Él lo hace; pero requiere que el hombre haga lo que es humano. (Comentario de la Santa Biblia III ,Adam Clarke, pág. 267)

© 2018 La Biblia Continental. Todos los derechos reservados. Diseñado por Creating Destiny Graphics. Biblia Reina Valera 1960 y El texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de American Bible Society, por lo cual se puede usar solamente bajo licencia.