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La iniciativa de Pablo provocó uno de los momentos más inciertos de toda la historia narrada en los Hechos. La separación de Pablo y Bernabé está en las Escrituras como uno de los eventos que permiten al lector ver la humanidad sobre los personajes de quienes lee. Tal como el pecado de David (2 S 11), las fallas de Abraham (Gn 12:10-20), la pérdida de control de Moisés (Nm 20:1-13), Dios permite ver todo sobre sus siervos, para que quienes lean sus historias puedan reconocer la humanidad imperfecta, igual a la propia.
¿Quién se equivocó? ¿Bernabé por insistir en llevar a uno que había fallado?, ¿o Pablo por mostrarse intransigente en su postura? La falta de acuerdo entre dos compañeros de milicia que habían vivido tantas cosas juntos, es más notable cuando se compara con los eventos vividos días atrás donde toda la iglesia fue capaz de encontrar una solución al conflicto de los judaizantes. La separación no proviene de Dios. Argumentar que gracias a su separación ahora había dos equipos misioneros es igual de terrible que quien se alegra por la división de una iglesia solo porque: “ahora somos dos iglesias”.
No fue un momento agradable, y aunque la situación pudo ser tensa y triste y a pesar de las equivocaciones de sus siervos Dios siempre tiene un camino para lograr sus propósitos, pues como Pablo aprendería tiempo después: a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien (Ro 8:28). Bernabé se concentró en la restauración de Marcos y vaya que lo logró. Dejó el trabajo pastoral en Antioquía y regresó a su tierra por un tiempo considerable. No vuelve a saberse de él en todo el libro, pero sí de Marcos en la historia posterior (1 P 5:13), lo que demuestra que Bernabé hizo un trabajo excelente con el joven Juan Marcos.
Bernabé se hizo a un lado para dar paso al liderazgo de Pablo que ya venía mostrándose como quien daría grandes victorias a la iglesia de Jesucristo y muy probablemente Bernabé lo notó y dio un paso al costado, con la misma mansedumbre y sabiduría que lo había caracterizado toda su vida. Su ministerio guiando a Pablo había terminado y era tiempo de tomar otro discípulo para ayudarlo a convertirse en el hombre que Dios deseaba, quizá después de Marcos tomó a otro y a otro, cumpliendo así el llamado de Dios para su vida. Aunque la Biblia no lo menciona, es justo considerar que tal desacuerdo debió encontrar en algún momento posterior una reconciliación, pues de no ser así, Marcos no hubiera podido trabajar al lado de Pablo al paso de los años, mostrando el corazón conciliador de Bernabé y la formación doctrinal de Pablo (Hch 4:36; 11:24; 2 Ti 4:11), que entre otros frutos, le permitieron escribir el segundo evangelio.
Por su parte, Pablo se queda con el visado de la iglesia pues salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor, con lo que dio inicio a su segundo viaje misionero, uno que le permitiría crear un nuevo equipo de trabajo empezando por Silas, y que lo llevaría a nuevos retos, nuevas tierras, y nuevas victorias. El inicio fue tal como lo había planeado, visitando las iglesias que habían fundado en el primer viaje, pero pronto descubriría que Dios todavía tenía muchas cosas que enseñarle para cumplir los planes divinos antes que los propios.
