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El año y medio pasó rápido, y Pablo emprendió viaje de nuevo. Esta vez le acompañaron además de su equipo habitual, Priscila y Aquila. Hicieron una parada en Cencrea y de ahí partieron a Éfeso, donde pasó muy poco tiempo, quizá apenas unos días, por lo que no dio tiempo a más discusión o análisis de su predicación por los judíos, quienes mostraron un genuino interés por su mensaje. La promesa de su regreso se cumpliría tiempo después para continuar su labor evangelística (Hch 19). Por lo pronto, Priscila y Aquila permanecieron en la ciudad con su propio ministerio.
en cuanto al voto de Pablo no hay forma de saber qué voto era y la razón específica del mismo, pero el uso de los votos era algo muy común entre los judíos, y ya que Pablo era judío y además trataba de mantener una buena relación con su nación para poder alcanzarlos (1 Co 9:20), es probable que dicho voto tuviese esa intención. Llegar a Jerusalén en los días de la fiesta (probablemente la Pascua), mostrando su apego a las costumbres judías ayudaría sin duda para ser visto como un judío completo, y le serviría para seguir teniendo las puertas abiertas en las sinagogas del mundo.
Luego entonces, el propósito de Pablo era evangelístico, no salvífico; es decir, sus votos no los hacía para alcanzar salvación, pues su predicación consistía precisamente en el rechazo a toda obra como medio de salvación (Ef 2:8,9); pero aprovechaba el instrumento del ritual para mantener contacto con sus connacionales.
Cualquier acto que se realice con la intención de ganar el favor de Dios y su salvación es un trapo de inmundicia (Is 64:6), por lo tanto, hacer votos esperando que Dios aplique su obra redentora en una persona es una esperanza desafortunada. Sin embargo, si alguien desea guardar o no guardar un día, una fiesta, o en este caso, un voto para Dios, con el único propósito de honrarle, agradecerle y consagrarse más para él, Pablo lo considera algo digno de aceptarse y de permitirse según la conciencia de cada uno (Ro 14:1-10).
Priscila y Aquila conocieron a Pablo en Corinto y rápidamente hicieron amistad. Pasaron juntos ese año y medio de Pablo en la ciudad de Acaya y cuando éste decidió moverse ellos también lo hicieron. Llegaron hasta Éfeso, y debido al corto tiempo que Pablo pasó en la ciudad, y entendiendo que Pablo regresaría ahí, deciden quedarse como un equipo de avanzada para la obra misionera. Su presencia en la ciudad sería clave para el regreso de Pablo, pero también para otros ministerios que llegarían a la ciudad y que harían del trabajo de este matrimonio pastoral una labor fundamental para la predicación del evangelio.
Hasta aquí, y quizá debido al hecho de que su estadía fue muy corta, Éfeso es la única ciudad donde Pablo no sufrió ninguna oposición. No hay victoria sin batallas, y Pablo está consciente de eso, pues cada ciudad donde se había presentado le representó un reto en muchos sentidos, para proclamar a Jesús como el Cristo, el Mesías esperado. Su regreso a la ciudad tiempo después, no tendría la misma paz que este breve paso por esta importante ciudad del Asia menor.