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Después de ser bautizado, Pablo empezó a predicar la palabra a los judíos en Damasco. Pero la gente tenía cierto temor por lo que Pablo había representado en el pasado, así que no recibieron el evangelio de parte de él por lo menos en aquella ocasión. Así que, el apóstol regresó a Jerusalén por indicaciones divinas donde algunos lo calificaron como traicionero. Los cristianos aún le tenían miedo, no se le acercaban. Pero el mayor anhelo de él era que el pueblo judío fuera salvo. El creía ser un buen instrumento, pues conocía la ley y estaba bien preparado para guiar a los judíos en la fe en Cristo, sin embargo, no tuvo éxito. Pablo no había perdido la conexión con los judíos y buscó el apoyo de los cristianos en Jerusalén, pero ellos no lo aceptaron. Por otro lado, Bernabé, el “hijo de consolación” originario de Chipre, fue quien finalmente lo llevo con los apóstoles.
“éxtasis” según la Biblia de Estudio Pentecostal, (pág. 1558) “denota un estado mental en que la persona está principalmente consciente de la esfera del Espíritu en lugar de lo natural. En esos momentos la persona es especialmente receptiva a la revelación de Dios. Significa ser llevado por el Espíritu a una comunión más profunda e intensa con Dios”. Léanse los relatos de Pedro en Hechos 10:10 y 11:5, así como la experiencia de Pablo en 2 Cor 12:3,4. Además de lo narrado en Hechos 9;3-6; 16:9,10; 18:9,10; 23:11 y 27:23,24.
Es posible que, a través de los siglos, hombres de Dios hayan tenido experiencias semejantes a las de estos 2 varones, las cuales han ocurrido como un mensaje personal y para afirmación de la doctrina revelada en las Sagradas Escrituras. Nunca para enseñar doctrinas erróneas.