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Concluye su brillante discurso asegurando que no tenía ni el argumento, ni las palabras ciertas que culparan a Pablo, en el escrito que debía enviar junto con el preso ante Nerón.
Aquí Festo utilizo otro calificativo para el César, llamándole “señor”,título que solo Calígula y Nerón aceptaron que se les llamaran así. Nerón era considerado por los romanos como una persona divina. “César es el Señor”, fue una frase idolátrica acuñada por la religión romana3
Una amenaza aún más seria que la persecución, era la adoración al emperador como un dios. Este culto se desarrolló en las provincias de oriente y siguió en los días de Juan el teólogo al final del siglo. Los judíos jamás le rindieron culto al César y menos los cristianos. Ambos fueron perseguidos cruelmente.
Pide al rey Agripa II y a los presentes le hagan un examen a Pablo, para encontrar otros motivos que puedan avalar la causa por la cual debe ser remitido ante el Emperador romano. Festo sabía que enviar un prisionero al emperador sin cargos bien señalados era algo insensato y hasta peligroso.
El gobernador reconocía que no tenía un argumento de peso, que justificara el motivo por el cual era enviado Pablo a Roma.
El capítulo 26:1-29 a continuación presenta la quinta de las seis defensas de Pablo. Para repasarlas, leer Hechos capítulos 22:1-21; 22:30 al 23:10; 24:10-21; 25: 1-12; 28: 17-19
3Balge, R. D. (1999). Hechos. (A. J. Panning, G. J. Albrecht, & R. C. Ehlke, Eds.). Milwaukee, WI: Editorial Northwestern.