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A esta experiencia se le ha llamado “el segundo pentecostés”. Había pasado muy poco tiempo desde el día “ en que de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba… y se les aparecieron lenguas repartidas como de fuego… y fueron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas”. El viento recio y las lenguas como de fuego, ya no se repitieron en el libro de los Hechos, aunque tal vez sí en el siglo XX cuando el avivamiento pentecostés se esparció por las naciones. (leer “Como un viento Recio”, escrito por Mel Tari, contando las experiencias en Indonesia).
En este “segundo pentecostés” solo se dice que “el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo”. Es decir una segunda experiencia de abundante llenura, que se tradujo en hablar “con denuedo la palabra de Dios”. Una regla primigenia para el avivamiento y la evangelización.
La manifestación física del poder de Dios fue la respuesta a la oración de los discípulos aquel día. El libro de Hechos menciona varias veces a hombres llenos del Espíritu Santo haciendo alguna tarea; hablando (Hch 2:4; 4:8; 4:31), sirviendo (Hch 6:3), pastoreando (Hch 11:24), reprendiendo (Hch 13:9) y también dando testimonio hasta la muerte, como fue el caso de Esteban (Hch 7:55).
La iglesia pentecostal cree en el bautismo en el Espíritu Santo, con la evidencia inicial de hablar en otras lenguas y desde luego en la llenura permanente del Espíritu Santo que se deriva de lo primero. Se debe precisar que el bautismo es un evento único que nos capacita para la predicación con poder y autoridad y que la llenura responde al grado de comunión con Dios. Debe decirse que es una doble investidura otorgada al creyente a fin de que se mantenga en integridad, en obediencia y haciendo cada día la voluntad divina. sabado.
