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Capítulos:
Reunido el Sanedrín, enviaron por los discípulos. Al regresar, los guardias de la cárcel informaron que encontraron la prisión cerrada con toda seguridad y los guardias en pie junto a las puertas pero no había nadie dentro. La intervención milagrosa de un ángel del Señor, (5:19) y los detalles que dan los guardias, al hallar la cárcel cerrada con toda seguridad y los guardas afuera de pie ante las puertas nos recuerdan el milagro de la tumba vacía de Jesús. En capítulos posteriores se encuentran no pocos relatos de la provisión milagrosa del Señor para ayudar a sus enviados. Por ejemplo, en Hechos 16: 26 se narra la inspiradora experiencia de Pablo y Silas en la cárcel de Filipos: “Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron”, por lo tanto, se considera que quien abrió las puertas de la prisión para los apóstoles fue un ángel del Señor en el sentido literal de la expresión. El sumo sacerdote y sus acompañantes sintieron duda y preocupación (gr. “diepórun”, totalmente perplejos, hasta llegar a la misma desesperación) sobre que sucedería, para sorpresa de ellos, quienes debían estar en prisión, se encontraban en el Templo enseñando al pueblo pública y abiertamente.