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A estas alturas, Simón ya había visto mucho, vio cómo los enfermos sanaban, caminaban los paralíticos, y los demonios eran expulsados de las personas; también, la manera como las personas cambiaban al convertirse a Dios. Sin embargo, no había visto las manifestaciones del bautismo con el Espíritu Santo, es por ello, que se sorprendió aún más, de manera que quería comprar ese poder. Seguramente en la práctica del ocultismo podía manipular a su antojo poderes de la oscuridad, y deseaba tener ese otro poder. Sin embargo, de una manera enérgica, Pedro le hace saber que esto es un don de Dios, y es gratuito.
En su recriminación, Pedro le dice a Simón que ve en él a una persona no regenerada, en la que existe raíz de amargura y esclavitud del pecado, y que lo importante es tener un corazón recto para con Dios, por lo que debía arrepentirse genuinamente.
Pedro pudo ver la amargura en el corazón de este hombre, y la palabra de Dios dice en hebreos 12:15, que esa amargura puede llegar a contaminar a muchos, por lo que, este hombre podía llegar a representar un peligro para la Iglesia en expansión. Incluso, cuando él le pide a Pedro que ore por él, realmente sólo quiere librarse del castigo, para evitar el juicio de Dios sobre él, y no para que lo haga libre y lo limpie de toda maldad. Quizás en la iglesia no haya magos, pero sí personas que tienen una fe desviada, o mal motivada, que sólo causan problemas.
Si bien es cierto, la Biblia no dice más al respecto, la tradición habla del nacimiento de una secta llamada simonitas, de donde procedió la herejía gnóstica, cuyo liderazgo se atribuye a este personaje y desde luego el llamado pecado de “simonía”, practicado en la iglesia popular cuando se trata de comprar perdón actual y futuro, sanidades, dinero y bienestar, pagando o comprando “indulgencias” ,”mandas” etc.