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Por la referencia que Pablo hace del rey Aretas, Damasco era la capital de los árabes nabateos, aparte de ser la sede política de los poderes de Roma en Siria, lo cual significa que en sus alrededores Pablo estuvo en retiro por el tiempo descrito en Gal.1:17, proclamando también el evangelio entre los judíos residentes del reino nabateo que comprendía pueblos desde Siria hasta Petra. Esto explica la persecución que sufrió tanto de los judíos, como del gobernador nabateo de la provincia siria del reino, Aretas, 2 Cor. 11:32,33.
Cerca de Damasco, “repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo” que lo hizo caer a tierra para incorporarse completamente transformado y con un divino llamamiento a la obra misionera. El resplandor equivale a “la Shekiná, gloria de Dios” que como en el Antiguo Testamento manifestaba ahora su gloria. “Quién eres, Señor? (kyrios), que significa en este contexto: “Soberano, maestro o Dios”, por lo cual Saulo reconoce que se trata de una experiencia espiritual con el creador.
“Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?” Implica que perseguir a sus discípulos equivale a perseguirlo a Él, ya que ellos son sus representantes (Lc 10:16). Esta experiencia con la gloria de Cristo lo transformó inmediatamente y “temeroso y temblando” se dispone voluntariamente a obedecerlo y ser su discípulo.
La reacción de sus acompañantes es similar a aquella que encontramos en Daniel 10:7, no podían ver a nadie, pero si escucharon la voz.
En ocasiones Dios manda ceguera a la gente para detenerla cuando tienen mala intención o como una medida temporal para llamar su atención (Gn19:11; 2 R 6:18-20).
El ayuno de Pablo es muy significativo por el hecho de no solo abstenerse de comida sólida, sino de beber agua, lo cual en algunas ocasiones, pone en riesgo la salud. Naturalmente la ayuda divina tuvo que sostenerlo en ese tiempo de reflexión, contrición y arrepentimiento al invocar su nombre. Hch.22:16.