Mateo 12:46-50 - “Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”.

Jesús aprovecha la visita de su madre y sus hermanos para enseñar que el verdadero parentesco en el reino de los cielos no es el biológico, no es el religioso sino que el verdadero parentesco tiene que ver con conocer y hacer la voluntad de Dios. El hecho que mencione hermanos y hermanas habla de que en el reino de Dios el género tampoco determina un grado de cercanía con Dios, ni el hecho de que su madre le buscara le hacía tener un lugar excepcional, si ella misma no obedecía la voluntad de Dios. Nadie tiene un lugar prominente en el reino de Dios a menos que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios. Ni los judíos, ni los gentiles, ni los hombres, ni las mujeres, tienen una ventaja en el reino de Dios; todos por igual necesitan obedecer la voluntad de Dios, que es buena, agradable y perfecta.

Para Meditar: En el reino de los cielos nadie está por encima de los demás, con ventajas espirituales a menos que sea uno que obedezca la voluntad de Dios, ni nadie está en desventaja por no pertenecer biológicamente a la familia de Abraham. Lo que hace a un discípulo parte de la familia de Dios no es su religión, ni posición sino su obediencia a Su Voluntad. ¿Es usted un discípulo de Jesús? Entonces obedezca su voluntad.