La escena de este versículo se desarrolla en la sinagoga, sus opositores al no poder acusarlo en los sembradíos le siguen hasta la sinagoga, la pregunta que le hacen tiene el propósito de encontrar una acusación, no estaban interesados en comprender lo que era licito hacer en el día de reposo.
Antes del cautiverio, el culto, en su forma más elevada, sólo se celebraba en el Templo de Jerusalén; pero la lectura pública de las Escrituras se hacía también en otros lugares (Jer 36:6, 10, 12–15), y las gentes se podían reunir en cualquier lugar alrededor de los profetas a fin de recibir sus enseñanzas. Estas reuniones no eran para ofrecer sacrificios, sino para el estudio de las Escrituras y la oración comunitaria. El término sinagoga no se encuentra en el AT. Mientras se ofrecía la oración, los asistentes se ponían en pie (Mt 6:5; Mr 11:25), y se unían finalmente a ella con un «amén» colectivo. Varios miembros de la congregación leían a turnos un corto pasaje de la Ley (Hch 15:21). Esta lectura era precedida y seguida por acciones de gracias. A continuación, el mismo que al inicio del servicio había ofrecido oración leía ahora una sección de los profetas. Esta misma persona, u otra, desarrollaba el pasaje acabado de leer, y daba exhortaciones en base a lo leído (Lc 4:16–22; Hch 13:15). El servicio concluía con la bendición, que era pronunciada por un sacerdote, si lo había entre los asistentes. La congregación pronunciaba el amén final.8
La palabra que usaron los fariseos es éxestin que significa permisible o licito, en aquel tiempo casi todos aceptaban la regla de que solamente en el caso de que la vida de un hombre pudiera estar realmente en peligro podría ser permisible sanarlo en el día de reposo.9 Los hombres que querían acusarle estaban seguros de que no era permitido sanar a ese hombre porque su vida no corría peligro.
8 Ventura, S. V. (1985). In Nuevo diccionario biblico ilustrado (p. 1093). TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
9 Hendriksen, W. (2007). Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Mateo (pp. 540–541). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.