Mateo 14:25-27 “Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. 26 Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. 27 Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!”.

El texto dice que cuando los discípulos vieron venir a Jesús caminando sobre las aguas se turbaron y llenos de miedo exclamaron ¡un fantasma! Sin embargo, se trataba del mismo Jesús que ellos conocían, pero nunca lo habían visto hacer eso. Aunque la Escritura dice “En el mar fue tu camino, Y tus sendas en las muchas aguas; y tus pisadas no fueron conocidas” (Salmo 77:19).

Creemos que Dios todo lo puede, que nadie puede poner límite a su poder, estamos dispuestos a reconocer que puede usar a cualquier persona y circunstancia para hacer su voluntad, y que, si Dios quiere, redundará en un bien mayor. El problema es que muchas veces nuestra creencia es sólo intelectual, es decir, lo creemos porque lo tenemos que creer, porque está escrito en la Biblia, de otro modo no seríamos cristianos.

Sin embargo, muchas veces nos sentimos contrariados por las personas y medios que Dios escoge, lo que nos confronta profundamente, y no creemos que eso venga de Dios. Los discípulos conocían a Jesús, pero ¿Cómo?, ¿Jesús caminando sobre el agua? ¡No puede ser! No entendían lo evidente, lo que tenían ante sus ojos, vieron a Jesús caminando sobre las aguas y ellos únicamente exclamaron: ¡un fantasma! Sabían que Dios había creado todo cuanto existe, sabían que abrió el mar para que cruzara Israel y fuera salvo de la persecución egipcia, pero no podían aceptar ese hecho.

Texto Controversial: Podemos ver aquí una de las razones de que existan tantas doctrinas diferentes, como la teología del cesacionismo, que enseña que mucho de lo prodigioso que se muestra en la Biblia, fue para el tiempo en que ocurrió y no para el tiempo presente. Situados en un extremo podemos creer todo lo que dice la Escritura, como aceptar que un asna le habló al profeta Balam, pero cuando otros siervos de Dios opinan diferente en algunas cuestiones de menor importancia, tendemos a juzgarlos, y pretendemos que lo correcto, lo bíblico es lo que nosotros hemos creído.

Por ello existen quienes sin ningún problema aceptan que Dios nos ha dado dones, pero también aceptan que no son para este tiempo, que ya no siguen vigentes, aunque resulten evidentes (argumentan falsamente para desecharlos). Por otro lado, hay quienes se han volcado sobre los dones, olvidando que son para la edificación del cuerpo de Cristo. Otros más discuten sobre la comida o el vestido, sobre danzar o no danzar. Cada uno pretende que su enfoque es definitivo y que es el correcto.

Nuestra doctrina es el lente de cómo percibimos a Dios, y nos dificulta entender que la vida cristiana es muchos más profunda y multiforme que lo que podemos comprender, no en vano Dios dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.  Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9). Es decir, lo que Dios hace y la manera como lo hace puede no agradarnos porque no comprendemos la diversidad de su manifestación, y nos limitamos a aceptar sólo aquello que se nos ha enseñado. Esto nos debe llevar a ser tolerantes con la manera que otros perciben a Dios, claro, siempre apegados a la Escritura.