Mateo 15:10-12 “Y llamando a sí a la multitud, les dijo: Oíd, y entended: No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre. Entonces acercándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra?”

Jesús se dirigió a la multitud con la siguiente frase: “oíd y entended” que reflejaba una amonestación para pensar desde el corazón, y también para ajustar la conducta y las palabras que salían desde su interior, por lo cual los fariseos se sintieron ofendidos al escuchar esta declaración. Lo que brota de la boca del hombre es lo que contamina, porque demuestra la maldad del corazón. La contaminación moral es cosa del espíritu y no del cuerpo, y el pecado proviene de un corazón rebelde que actúa en detrimento del mandato divino. Así que, Jesús con sencillez y claridad presentó el principio de la verdadera contaminación y así abrir paso a la libertad de la esclavitud moral en la que ellos estaban atados.

“Si la religión consistiera en el cumplimiento de reglas externas, entonces sería poco más sencillo, porque fácilmente uno puede abstenerse de ciertos alimentos y lavarse las manos de cierta manera para cumplir las reglas, sin embargo, es más difícil amar como se debe amar o ayudar a los necesitados a costa de tiempo, dinero, comodidades y del gusto de uno mismo”. (Comentario al Nuevo Testamento, Volumen II, Mateo por William Barclay)

Los fariseos se ofendieron y al parecer los discípulos no entendían la plenitud de las declaraciones de Jesús, pues expresaron cierta inquietud por el hecho de que los fariseos se sentían ofendidos. (griego: escandalisthesan, que significa: escandalizarse y tomar ofensa)

«Se han vuelto contra ti» (Weymouth). Reaccionaron con resentimiento ante esta reprensión pública y ante la mordacidad que contenía. Les dolió profundamente porque era cierto. Y este resentimiento apareció tan vivamente en los rostros de los fariseos que los discípulos se sintieron azorados”. (Comentario al texto griego del Nuevo Testamento, A.T. Robertson)