Pedro, como portavoz del grupo solicitó una explicación más detallada de esta parábola. Aún no habían comprendido del todo el sentido de las palabras de Jesús, pero querían llegar al mayor entendimiento de sus discursos.
Una vez más, en privado Jesús explicó a sus discípulos estas enseñanzas. El evangelista recalcó la importancia de comprender estas ilustraciones. El fondo del asunto fue considerar más grave la impureza moral que la impureza derivada de comer alimentos inmundos. Cabía recalcar una vez más que aquello que contaminaba al hombre eran los malos pensamientos y las acciones que surgían del interior del hombre.
Lo que provenía de la boca, provenía del corazón, de sus pensamientos y de sus emociones. Lo maligno: malos pensamientos, palabras despiadadas y actos pecaminosos son lo que verdaderamente contamina al hombre, más que comer sin haberse lavado las manos.
Para Meditar: La gracia regeneradora del Espíritu Santo y su obra de santificación progresiva en el creyente purifica de malos pensamientos, actos y palabras ociosas. Es un andar diario en su presencia, y atento al susurro del Santo Espíritu de Dios, para que nuestra conducta pueda revelar lo más profundo del corazón.