Jesús anuncia su muerte (Mr 8.31-9.1; Lc 9.22-27)

Mateo 16:21-23 “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.  Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”. 

De repente Jesucristo da un giro dramático a su discurso. La etapa final de Cristo como ser viviente en esta tierra ya estaba en curso. Él empieza a preparar las emociones y el carácter de sus amados discípulos. El cumplimiento profético era inminente, cada uno debía tomar su lugar.

La pregunta que salta a la vista es, ¿cómo un hombre puede tener una revelación tan extraordinaria como Pedro y de repente caer en una visión totalmente terrenal y por añadidura, ser comparado con Satanás mismo?

Entonces Pedro, tomándolo aparte…
La mayoría de los judíos creían que el Mesías sería un rey soberano y poderoso. Jesús estaba mostrando un liderazgo fuerte en milagros y señales y parecía que podía cumplir las expectativas del populacho para tomar el reinado. Pedro a pesar de ser uno de los más cercanos discípulos y estar escuchando las enseñanzas de Cristo, creía lo mismo que los demás, que Jesús no sufriría a manos de los líderes religiosos de Israel.

Esta es una de las tres ocasiones en que Cristo profetiza su sufrimiento, las otras están en Mt 17:22-23 “Estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; mas al tercer día resucitará. Y ellos se entristecieron en gran manera.” y 20:18-19 Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará.” Como podemos ver, Cristo estaba manejando la situación con discreción, conociendo la naturaleza humana proclive a exagerar las cosas y a interpretarlas de manera incorrecta, como fue el caso de Pedro.

¡Quítate de delante de mí, Satanás!
Con esta fuerte expresión Jesús no estaba exhibiendo a Pedro, solo lo estaba ubicando para que entendiera él y sus compañeros la seriedad de las implicaciones de la “ayuda” que Pedro estaba ofreciendo a Cristo. Sin duda que Pedro había asumido una perspectiva satánica al tratar de convencer al maestro que no escogiera el camino del sufrimiento en la cruz. Jesús necesitaba detener esta visión de eludir el compromiso de llegar hasta el final, aun si esto implicaba –como así lo fue- el dolor y martirio en la cruz del calvario. En realidad era muy serio lo que Pedro le estaba insinuando a Cristo y debía ser detenido, además de la enseñanza necesaria para los demás discípulos (Mc 8:33), pues como en muchas ocasiones, parece que Pedro estaba funcionando como vocero del grupo.

Para Meditar: ¿Qué significa poner nuestra mirada en las cosas de los hombres y no en la de Dios? Al no ponernos del lado de la palabra de Dios, creer y hacer lo que está escrito en ella, entonces nos estamos inclinando a la visión del diablo. El trabajo de este enemigo espiritual en contra de la iglesia es tratar de desviarla de los propósitos de Dios y de su voluntad. Pedro le estaba proponiendo a Jesús un atajo, como fue el caso del diablo con Cristo en la tentación en el desierto ( Lc 4:1-12).

Una vez más, surge la posibilidad de evitar el sufrimiento y el dolor en la obra de Dios, “Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca”, esta expresión podría parecer muy bondadosa y empática, pero trataba de desviar a Cristo de la voluntad perfecta de Dios. Servir a Dios implicará en muchas ocasiones el sufrimiento y dolor al cual en esta vida todo ser humano está expuesto.

La otra versión tiene que ver con la humanidad de Cristo, él era verdaderamente humano, el paralelo de Jesús en el AT es el profeta Ezequiel al cual Dios le llama innumerables veces “hijo de hombre”, dándole el carácter exclusivo de humano. Sin embargo, Jesucristo fue totalmente Dios (Jn 1:1) y también fue cien por ciento humano (Jn 1:14).

¿Está Cristo diciendo que Pedro sería el fundador de una iglesia universal? ¿Estaría Jesús con estas palabras abdicando a favor de Pedro para que este fuera la cabeza de esta iglesia mundial?, bueno, algunas personas después de haber escudriñado las sagradas escrituras parece ser que han llegado a responder estas preguntas con un rotundo sí. Sin duda que es respetable tal interpretación pero no es compartida por el consenso general evangélico e intelectual a nivel internacional. Toda vez que de acuerdo a la metodología de interpretación de la palabra de Dios, llamado gramático-histórica, no resiste el rigor de una exégesis exacta para llegar a tales conclusiones.

Pedro…roca. Como lo expresa un autor: “Esto es un juego de palabras, ya que Pedro en griego es pétros (masculino) y significa “una piedra”, en tanto que roca en griego es pétra (femenino) y significa “yacimiento de piedras”, o “roca grande.” Jesús no dijo que Pedro es la roca sobre la cual la iglesia está construida, sino que Pedro, junto con los demás apóstoles, son piedras extraídas de la veta, la cual es Cristo”.1 Por eso la palabra también dice: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Co 3:11).

Si bien los apóstoles fueron los pioneros y los que pusieron el fundamento de la iglesia y la doctrina, pero la piedra angular de todo el edificio llamada iglesia es Jesucristo: “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,” (Ef 2:20). También la palabra de Dios dice de Jesucristo que es la roca: “como está escrito: He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el que creyere en él, no será avergonzado” (Ro 9:33) y “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” ( 1 Co 3:11).

Las llaves del reino. El profeta Isaías simboliza las llaves como un acceso a una autoridad “Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá” (Is 22:22). Así mismo Mateo da a conocer el acceso a un conocimiento: “Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron” (Mt 13:16-17).

Como realmente sucedió, Pedro y los apóstoles tuvieron esa capacidad de abrir esa puerta del evangelio a judíos y gentiles después del advenimiento del Espíritu Santo en la fiesta de pentecostés (Hch 2, 10:1, 11:18, 14:27, 15:7, 14)

“Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.”


La cruz era inminente, por estrategia Jesús ordena guardar el secreto respecto a la información privilegiada que acababan de recibir. La presión social y religiosa iba en aumento, los intentos de tomarle por la fuerza y proclamarle rey estaba latente, empezar a comunicar a las multitudes que Cristo era el Mesías crearía un clima político contrario al propósito de redención que Dios quería cumplir por amor a la raza humana.

1Hernández, E. A., & Lockman Foundation (La Habra, C. (2003). Biblia de estudio: LBLA. (Mt 16.18). La Habra, CA: Editorial Fundación, Casa Editorial para La Fundación Bíblica Lockman.