El juicio de las naciones, Mt 25: 31-46
Mateo 25:31-46 "Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna."

He aquí la ruta crítica de los acontecimientos venideros, como se describe una fotografía, así el Señor Jesucristo desde el capítulo 24 de Mateo y narrado magistralmente por este evangelista de primera generación, continua con la narrativa de los diversos acontecimientos futuros que deberán sucederse sin faltar uno de ellos. Es profecía y es la palabra de Dios, Jesús ya lo había dicho: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mt. 24:35).

Nota Doctrinal: El título Hijo del Hombre se puede encontrar en el antiguo testamento y revela la debilidad del ser humano frente a la omnipotencia de Dios, asimismo, en el libro de Daniel existe una descripción clara de este título: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre i, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran j; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Dn. 7:13-14). En este sentido pues, el título Hijo del Hombre es un título mesiánico, asignado con toda propiedad al Señor Jesucristo.

Asimismo, el título hijo del hombre que Jesucristo asume no implica que el padeciera un trastorno de personalidad múltiple, como se calificaría desde el siglo XIX por los psicólogos y comúnmente conocido como alter ego, sino que en la narrativa bíblica existen alrededor de cien títulos otorgados a Jesús, entre los que destacan:

Intercesor (1 Juan 2:1), El Todopoderoso (Apocalipsis1:8), El pan de Dios (Juan 6:33; Mateo 28:18) Creador (Juan 1:3), El Pastor supremo (1 Pedro 5:4), El iniciador y perfeccionador de nuestra fe (Hebreos 12:2), El Alfa y la Omega (Apocalipsis 1:8; 22:13), El autor de la vida (Hechos 3:15), El Cristo (1 Juan 2:22), El autor de la salvación (Hebreos 2:10), El Principio y el Fin (Apocalipsis 22:13), Entre otras decenas de títulos reconocidos por propios y extraños.

El juicio de las naciones es un evento importante en el acontecer profético de la sagrada escritura. Aunque el llamado es para todas las naciones, el citatorio es personalizado ya que en el original griego, se usa el verbo en plural porque el sujeto tiene un sentido personal.

Siempre es y será así, si bien en el antiguo testamento se pueden ver los juicios de Dios a naciones enteras, empezando por Israel, la referencia individual está presente en esta enseñanza: “y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.”

Para Meditar: Los eruditos no se ponen de acuerdo en el lugar exacto de este juicio, pero concuerdan en que será en la tierra, toda vez que no existe evidencia de la muerte y resurrección de los enjuiciados. Asimismo, la línea histórica mostrada desde Mateo 24 revela que este juicio se lleva a cabo enseguida del juicio a Israel con su consecuente restauración de la nación a la anhelada tierra prometida. Así pues, al sometimiento de este juicio acudirán solo personas vivas en la segunda venida de Cristo.

La medida para este juicio de acuerdo al texto que nos ocupa es el tratamiento de los que Jesús llama “mis hermanos” y, más específicamente, “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” Y, “De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis”. Estas dos sentencias contundentes podrían enseñar que la salvación depende de las obras que las personas hayan realizado o dejado de hacer y que esto determinará la salvación o condenación de ellas. Sin embargo, existe la doctrina de la salvación integral y por la total gracia de Dios, está en su palabra y esta enseña de forma concluyente que, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef. 2:8-9)

Aun así, en la narrativa que Jesús ofrece en Mateo 24:14 “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” ( Mt. 24:14) va en línea con la respuesta que estas naciones ofrecerán individualmente a este mensaje; no se trata pues de las obras concebidas normalmente para ganar la salvación, sino de la respuesta que estas personas darán a este mensaje lo cual se traducirá en obras visibles que servirán para valorar si son salvos o no.

Finalmente en este apartado, cuando se usa la expresión las naciones aplica de forma correcta para las personas, como se usa en el mismo sentido en otros textos como en Mateo 6:31-32 “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?  Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas”.

Para Meditar: Lo que enseña Daniel se cumpliría en este pasaje: “Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Dn. 7:14). Como sucederá en cada uno de los juicios, unos serán salvos y otros no y la razón es sencilla: Dios ha puesto dentro de nosotros la capacidad para elegir, ya desde tiempos antiguos Jehová había mostrado los dos caminos para que escogiera su pueblo: “He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición, si oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que yo os prescribo hoy, y la maldición, si no oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y os apartareis del camino que yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido” (Dt. 11:26-28).

En este caso se trata del juicio de las naciones gentiles y cada persona habrá de responder ya sea para recibir la bienvenida: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”, o para recibir el rechazo absoluto del juez justo: “E irán éstos al castigo eterno”. El propósito de Dios siempre es y será que estemos incluidos en “los benditos de mi Padre”.

i 7.13: Mt. 24.30; 26.64; Mr. 13.26; 14.62; Lc. 21.27; Ap. 1.7, 13; 14.14.
j 7.14: Ap. 11.15.