Crucifixión y muerte de Jesús, Mt 27:32-56
(Mr 15:21-41; Lc 23:26-49; Jn 19:17-30)
Mateo 27:32-56“Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz. 33 Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera, 34 le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo. 35 Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. 36 Y sentados le guardaban allí. 37 Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS. 38 Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda. 39 Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, 40 y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz 41 De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: 42 A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. 43 Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. 44 Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él.45 Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46 Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 47 Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama éste. 48 Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. 49 Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle. 50 Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. 51 Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; 52 y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; 53 y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. 54 El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios. 55 Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole, 56 entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo”.

El hombre de Cirene se llamaba Simón, provenía del norte de África, en Marcos 15:21 se menciona el nombre de sus dos hijos Alejandro y Rufo, Simón solo pasaba por ese lugar o es probable que fuera parte de la multitud que miraba aquel espectáculo. Un soldado le ordena que cargue uno de los palos de la cruz de Jesús. Tampoco su servicio fue voluntario, Mateo dice claramente: “a éste obligaron a que llevase la cruz”.

Nota Doctrinal: La doctrina de la cruz es un tema que se opone totalmente a la filosofía de los últimos tiempos. Fue tema fundamental en el primer discurso de Pedro: “a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole;” (Hch.2:23)

Asimismo, Pablo les escribió a sus discípulos en Corinto que lo que más le importaba en ellos era ver la obra del Cristo crucificado en sus vidas: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (1 Co. 2:2) tiene que ver con la persona y con el oficio de Cristo, enfatizando, el mismo Pablo reitera su mensaje centrado en la cruz en unos de los pasajes más emblemáticos de la doctrina de la cruz: “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios y desecharé el entendimiento de los entendidos.  ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?

Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.  Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios”.
El énfasis en la comodidad, en la individuación, en la carencia de absolutos y de asideros ha resultado en una sociedad confundida y errante en sus saberes y en sus convicciones. El mundo clama y gime por su redención.

Para Meditar: A Simón de Cirene le obligaron a llevar la cruz física de Jesús, a nosotros él nos pide que llevemos su cruz espiritual diariamente, voluntariamente y por obediencia, Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame (Lc. 9:23). El mandato es universal, el llamado no distingue raza, posición socioeconómica o estatus social, “si alguno…”. Es probable que Simón tuviera su agenda del día llena de compromisos, pero fue obligado a negarse y obedecer la orden del soldado. La noticia contemporánea del evangelio implica la aceptación del mensaje de la cruz, el cual no es muy popular entre la cristiandad posmoderna.

El vinagre mezclado con hiel que narra Mateo en este pasaje es el mismo que describe Marcos 15:23: “Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó”. No existe contradicción, es muy probable que la hiel y la mirra hayan sido añadidas al vinagre, el texto ni lo afirma ni lo niega, lo interesante es que esta infusión que hacían los antiguos servía para calmar el dolor de las heridas de las personas. Como sea la hiel simboliza la amargura en la biblia: “Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel;(Lm. 3:19), en este primer ofrecimiento para ayudar a Jesús a calmar el sufrimiento de su crucifixión, él la rechazó totalmente, cumpliéndose así, la profecía: “Me pusieron además hiel por comida, Y en mi sed me dieron a beber vinagre” (Sal. 69:21).

La crucifixión se lleva a cabo con todo lo que esto implicaba, a partir de las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde en que Jesús estuvo colgado en la cruz las profecías se seguían cumpliendo: “Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes” (Sal. 22:18) en el original griego es un verbo en voz media y tiene un sentido reflexivo: “se dividieron los vestidos de Él entre sí”.2

Otra profecía cumplida está en el Salmo 22:8 “Se encomendó a Jehová; líbrele él; Sálvele, puesto que en él se complacía”, La cual fue citada casi literalmente por los principales sacerdotes y acompañantes: “Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios”.

El evangelista Juan es más descriptivo en el asunto del párrafo anterior: “Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo” (Jn. 19:23), ya que normalmente los soldados que participaban en una crucifixión las ropas del reo sentenciado eran repartidas entre ellos como parte del botín. La túnica sin costura era una prenda de alta calidad.

La causa escrita sobre la cabeza de Jesús en la cruz, era el motivo o razón legal y jurídica por la cual Pilato había sentenciado a Jesucristo a morir crucificado: “Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS”. Esta descripción fue colocada por órdenes directas de Pilato en tres idiomas: en hebreo para los judíos, en latín para los romanos y en griego para todo el mundo, dando a conocer, sin pretenderlo, que la misión de Jesús era y es universal: “como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:14-15).

En este contexto, por fin Pilato da a conocer su verdadero carácter ante el reclamo airado de los principales sacerdotes de los judíos al leer esta inscripción: “Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín. Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos. Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito” (Jn. 19:20-22), en otras palabras, Pilato estaba diciendo “no cambiaré ni una sola palabra de esta inscripción”. Algunos piensan que este último Pilato es el que debió actuar en el proceso judicial de Jesús.

Para Meditar: Jesucristo ya estaba crucificado, era cuestión de horas para que entregara su espíritu, pero aun así, la injuria, el atropello no cesaban, el enemigo espiritual no descansa nunca y quiere derribar a cada creyente hasta las últimas consecuencias, pero Jesucristo nos enseña que podemos vencer si permanecemos firmes y fieles a la causa de él.

Como todas las crucifixiones, la de Jesús también fue totalmente pública, de tal manera que “los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza”, asimismo le gritaban “Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz”. Esto no lo hacía solo la muchedumbre, sino los mismos sacerdotes que estaban ahí para cerciorarse que Jesús realmente muriera, estos principales sacerdotes, escribas y fariseos, le escarnecían y dudaban de su divinidad y de su relación íntima con Dios, el colmo llegó cuando los mismos ladrones crucificados a ambos lados de Jesús también le insultaron.

Los acontecimientos extraordinarios durante la crucifixión de Jesús sucedieron de forma continua. Desde la hora sexta (a las 12 del mediodía hasta las 3 de la tarde), los cielos fueron cerrados con una oscuridad impresionante, el mismo Señor Jesucristo pronuncia una de las siete palabras dichas durante su martirio: “Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; hubo un terremoto partiendo rocas inmensas, las tumbas se abrieron permitiendo la resurrección de muchos hombres y mujeres de Dios, y esto fue notorio a toda la ciudad de Jerusalén.

Para Meditar: En ocasiones cuando hablamos de la crucifixión de Jesús no dimensionamos los hechos de poder espiritual que sucedieron en ella. La crucifixión de Jesucristo no fue cosa menor, no solo conmocionó el tiempo presente de Jesús en el siglo I, sino el pasado y el futuro de la humanidad, la eternidad misma fue sacudida, los miles de sistemas solares – aun no descubiertos por el hombre- fueron convulsionados. Lo narrado en este capítulo es solo una pequeña muestra de lo que realmente sucedió, no existen palabras para describirlo, solo la fe y la confianza en un Dios amoroso que nos ha dejado su palabra y a su bendito Espíritu Santo para que confiemos en ella y seamos llenados y dirigidos por Él.

2Hanna, R. (1993). Ayuda Gramatical Para el Estudio del Nuevo Testamento Griego : Hanna, Roberto. (71). El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.