La gran comisión, Mt 28:16-20
Mateo 28:16-20 “Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”.

Para Meditar: El término griego exousia, significa “una autoridad delegada”, y esa es la palabra que fue usada por Jesús en Mateo 28:18: "Toda potestad [exousia] me es dada en el cielo y en la tierra". Vemos esa autoridad ejercida por Jesús en su ministerio terrenal. "Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres" (Mt. 9:8). Fue la autoridad con la cual Jesús habló y ministró, lo que asombró a las personas.

Mateo 28:18 “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. La única manera para que los discípulos tuvieran la efectividad mostrada en su ministerio, fue precisamente la toma de conciencia de la autoridad delegada por Jesús, que se reforzaría con el derramamiento del Espíritu Santo, el día de Pentecostés.

Mateo 28:19,20 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”.

La pregunta es, ¿En qué lugar de la historia la iglesia dejó a un lado este mandato de “id, y haced discípulos a todas las naciones”?, el Señor Jesucristo ministró a multitudes, pero la dinámica del discipulado le permitió tomar un grupo totalmente heterogéneo y formarlo de tal manera que hicieron temblar a todo el imperio romano, solo los unía una característica, todos eran de la región de Galilea, “Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan?” (Hch 2:7) menos uno, Judas de Kariot, “ Judas Iscariote el que le entregó…” (Mr 3:19).

Nota Histórica: Aunque la dinámica del discipulado ya era conocida en los tiempos de Jesús, porque los filósofos griegos ya la practicaban como Sócrates con su famosa Mayéutica la cual consistía en diálogos de preguntas y respuestas donde el discípulo descubría las verdades por sí mismo, sin embargo, Jesús supo usar este método al más alto nivel y fue capaz de realizar en ellos una verdadera transformación. El discipulado filosófico griego es antropocéntrico (centrado en el hombre), el discipulado bíblico es Cristocéntrico, (centrado en Jesucristo) ya que inicia y termina con él y tiene como propósito fundamental transformar al hombre a la semejanza de Jesús: “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;” (Ef.4:13).

Nota Doctrinal: La iglesia cristiana tiene como fundamento en su doctrina el bautismo en agua, siendo este uno de los sacramentos observados, un sacramento es una ordenanza practicada por Jesús, y en este tema Él mismo cumple cuando va al río del Jordán y se presenta ante Juan para ser bautizado (Mt. 3:13-17), en este paso de obediencia el creyente renuncia a su vida pecaminosa y nace a novedad de vida y cumple con el mandato dado por Jesús (Mt. 28;19). La palabra bautismo viene de la palabra griega “baptizo” que significa inmersión en agua, es por esto que la iglesia cristiana cuando ministra el bautismo lo hace sumergiendo totalmente al creyente. El bautismo se ministra a adultos ya que el mandato menciona que tiene que confesar y creer en Jesús, y los infantes no pueden hacer eso.

Para Meditar: Los discípulos asumieron que ellos eran una autoridad delegada por Jesucristo, porque el discipulado nace precisamente en la soberanía del mismo Jesús, para ellos esto fue suficiente y así fue como ejercieron su ministerio. Esto inició en el poder (dunamis) derramado en la Fiesta de Pentecostés cuando el Espíritu Santo descendió sobre los primeros discípulos en Hechos 2:1-4: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.  Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;  y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.  Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.”

Estos hombres y mujeres empezaron a escribir la historia, con sangre, sudor y lágrimas; con persecuciones, luchas y batallas libradas en el Nombre que es sobre todo nombre: Jesucristo. Hoy, esa historia la tenemos escrita en los veintisiete libros del nuevo testamento, pero esa historia es también nuestra historia, aprendamos de ella, tendamos el puente hermenéutico y una vez más, retomemos la práctica del discipulado, el cual no es un evento ni transmisión de información, sino un proceso que dura toda la vida y un estilo de vida transmitido por la propia experiencia del discipulador.

El discipulado que Cristo ofrece y demanda, no es intelectual ni académico, sino sustentado en el ofrecimiento que el mismo hace, de un poder que cambia a las personas y a las familias y que es el único que nos lleva al cielo. Por cierto, la promesa “y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”, está totalmente condicionada a la obediencia del mandato de la Gran Comisión.