La resurrección, Mt 28:1-10 (Mr 16:1-8; Lc 24:1-12; Jn 20:1-10)
Mateo 28:2-4 “Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos”.

Nuevamente al igual que en el nacimiento de Jesús aparece en escena un ángel del Señor para dar el anuncio de su resurrección. Los ángeles son seres celestiales que sirven como mensajeros de Dios, pero en este pasaje del NT es la única vez que se menciona su aspecto, esta palabra se traduce del griego “eidéa” que significa apariencia o la idea que uno tiene de lo que ve, entonces la idea que uno se podía dar de su apariencia era como de relámpago una fuerte luz que podía enceguecer a las personas, su ropa blanca sin mancha que remite a la pureza que existe en el cielo. Todo este cuadro es lo que hace que los soldados se llenen de temor y caigan como muertos. Aquí se conjuntan dos manifestaciones del poder de Dios: por un lado, un terremoto que sacude la tierra y por el otro, un sacudimiento del corazón de los guardias que los derriba al punto de quedar como muertos.