Mateo 4:23-25 “Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.  Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó.  Y le siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán.”

Para Meditar: De esta crónica se destaca la extensión de su actividad. Abarcó un territorio bastante amplio. Llena de importantes ciudades, con gran multitud de habitantes. Al hablar que su fama se extendió por toda Siria, eso es muy al norte de Judea; Decápolis hacia el éste y muchas aldeas al otro lado del Jordán. Se habla de “oriente y occidente”. Dice “recorrió”, es decir, Jesús fue a buscar, literalmente, a quienes “se habían perdido”, no esperó a que vinieran a Él, es verdad que muchos vinieron a Él cuando escucharon sobre los grandes milagros que hacía, pero fue Él quien tomó la iniciativa de salir y buscar. Vemos que Jesús no se dio a conocer mágicamente, sino que tuvo que trabajar duro antes de que su fama se extendiera. Hasta entonces, quizás fuera conocido sólo en Nazaret y sus alrededores.

También se destaca la naturaleza de su actividad: De acuerdo al texto, Jesús enseñaba, predicaba y sanaba a los enfermos.

Su enseñanza estaba centrada en el evangelio, en las buenas nuevas que ahora conocería la humanidad, palabras de vida eterna y esperanza. Uno de los títulos dados a Jesús fue el de maestro, y lo era, tenía discípulos que aprendían de Él y le seguían. Y más que eso, enseñaba con una autoridad que nadie tenía, sus discípulos dijeron “no ardían nuestros corazones cuando nos explicaba la Palabra”, Él es el Maestro de maestros, y Él hablaba palabra de vida eterna.

Su predicación versaba sobre el radical concepto “arrepiéntanse que el reino de los cielos se ha acercado”.

Nota Doctrinal: En la medida que enseñaba, apelaba a la mente de los oyentes; cuando predicaba tocaba sus emociones, mientras las señales le seguían, sanando toda clase de enfermedades y enfrentando toda actividad demoniaca. A lo largo del ministerio de Jesús, podemos ver que donde llegaba sanaba a los enfermos y libertaba a los oprimidos del diablo. Para nuestra bendición, lo sigue haciendo.

Para Meditar: Estas tres facetas de su ministerio son las que deben caracterizar a la Iglesia y a cada creyente en lo individual. La iglesia no puede cumplir con el mandato de Jesús, de que seamos “pescadores de hombres” sin salir a buscarlos, sin comprometerse con una enseñanza y una predicación fundada en la Palabra de Dios, y con una clase de fe que crea que “mayores cosas haremos”, y que las señales seguirán a todos quienes creen en Jesús.