Qué mejor elemento que la mansedumbre para describir el carácter de un hombre que sea capaz de recibir tanta responsabilidad. La mansedumbre como cualidad humana manifiesta la serenidad y el dominio propio ante las faltas y el enojo. El hombre manso no se deja llevar fácilmente por la irritación o la ira. Por el contrario, es capaz de contener la rabia y actuar con serenidad y humildad. La mansedumbre es un fruto del espíritu (Gal 5:23) y nos permite actuar con prudencia ante la provocación y las faltas. Como cualidad de carácter, la mansedumbre es esencial para recibir las bendiciones de Dios y responder ante ellas con la responsabilidad necesaria.
Para Meditar: La buena mayordomía sobre las bendiciones que Dios nos da consiste en una buena administración. Nosotros somos administradores de todo lo que recibimos de parte de Dios y por lo tanto somos responsables de cuidarlo. El orgullo insano y el exceso de confianza son contrarios a un espíritu de mansedumbre. Por el contrario, la humildad y la serenidad hacen de un hombre manso, apto para “heredar” la tierra con todo y las responsabilidades que conlleva.