Mateo 7:6 "No deis lo santo a los perros ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen."

El Señor Jesucristo como acababa de mostrar la doctrina básica de su evangelio da un giro a manera de conclusión, ya que esta tenía un fuerte contenido espiritual, y no se podía practicar lo que Cristo acababa de enseñar sino a través de corazones redimidos, sensibles y amorosos, después del nuevo nacimiento en Cristo.

Para Meditar: Las analogías fueron un recurso usado frecuentemente por Cristo para mostrar verdades espirituales. En este caso enseña como las personas no están preparadas para este tipo de demandas, son personas obstinadas y viven en franca rebeldía contra Dios. En nuestro contexto cultural estas son palabras fuertes, incluso Pedro en su segunda carta recuerda el proverbio: “Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2 Pedro 2:22), dos animales inmundos de acuerdo a la ley judía. Asimismo, existen personas tan empecinadas que si no existe un milagro en sus vidas no se arrepentirán.

Otra historia que tiene que ver con esta analogía y que enseña que sí hay personas que están dispuestas a humillarse delante de Dios, se da cuando una mujer griega y sirofenicia le ruega por un milagro de liberación por su hija, la respuesta contundente de Jesucristo es: “… Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos” (Mr 7:24). El orden de Cristo es correcto, primero los judíos, después los gentiles, “… al judío primeramente, y también al griego (Ro 1:16). El trasfondo de miles de años de problemas causados por los cananeos estaba representado por esa mujer, la cual responde adecuadamente y nos enseña a nosotros los gentiles que debemos tener la misma actitud que tuvo ella: Ella reconoció y le dijo: “Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos” (Mr 7:28). Para nuestra mente occidental es difícil aceptar este adjetivo, ¿cómo la fe de una mujer gentil sobrepasaba a la de los propios judíos? Jesucristo sacó a relucir la fe de esta mujer y le solucionó su problema, “por esta palabra”, ¿cuál palabra? La palabra de fe y de humildad, la respuesta blanda de esta madre, al no querer entrar en discusiones y alegatos, solo reconoció su condición y reiteró su petición. ¡Enseñanza suprema para nuestros días!