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JUAN CAPÍTULO 10  

Parábola del redil, Jn 10:1-6  

Jn 10:1-3 “De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. 2Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por las nombre, y saca"

Este es el último discurso público del Señor Jesús y es la última vez que se enfrenta a sus constantes perseguidores, los dirigentes judíos. El Señor emplea la figura del buen pastor para hacer una marcada diferencia entre su ministerio y el de los falsos pastores.

Este pasaje debe leerse tomando en cuenta el contexto del Antiguo Testamento donde a quien se le otorga el título de buen pastor es a Dios (Sal 23:1; 80:1, Is 40:10) otros se mencionan literalmente como falsos pastores, profetas y maestros (Is 56:9–12; Jer 23:1–4; 25:34–3; Ez 34; Zac 11).

El Señor Jesús se presenta como el cumplimiento de la profecía dicha por Ezequiel : “Yo levantaré sobre ellas un solo pastor, mi siervo David; y él las apacentará. Él las apacentará y así será su pastor.” Ezequiel 34:23

La expresión De cierto, de cierto os digo en este pasaje, está llamando la atención del lector declarándole que lo que dirá a continuación es una verdad sin lugar a duda, una doble exclamación griega.

El redil es sinónimo de aprisco, era un lugar donde se resguardaban a las ovejas de los distintos peligros a los que estaban expuestas, este era un lugar que podía ser de forma circular o cuadrado, estaba rodeado de un cerco de piedra, palos o espinos lo suficientemente alto para que pudiera proteger básicamente de fieras, ladrones y tempestades, también se estilaba usar cuevas o algún terreno accidentado.

Básicamente se usaban dos tipos de rediles, uno, donde un solo pastor resguardaba sus ovejas, en este caso él mismo tenía que dormir ahí para cuidarles, el segundo, era comunitario, es decir donde varios pastores (se cree que hasta veinte), hacían uso de las instalaciones. Al igual que el del otro tipo, éste también contaba con una sola puerta de acceso, pero en esta clase de apriscos sucedía algo extraordinario, en la mañana cuando el pastor iba a recoger a su rebaño llegaba cantando o silbando y sus ovejas se levantaban al oírlo y empezaban a juntarse para salir con él, las demás ovejas tenían que esperar su turno y a su pastor.

El portero era un asistente del pastor, por lo tanto conocía al pastor que tenía su rebaño ahí dentro, a éste se le permitía el libre acceso, el portero tenía como función cuidar y no permitir la entrada a desconocidos porque estos podían ser ladrones o salteadores (hombres que atacaban en lo despoblado de los caminos), de modo que la única forma que ellos tenían de penetrar era saltar el muro usando astucia, engaño o el elemento sorpresa.

El pastor de ovejas al cual se refiere este pasaje tenía formas socialmente conocidas para hacer su trabajo, para ello contaba con un atuendo adecuado para la tarea. En primer lugar tenía un zurrón, que era una bolsa grande de cuero, ahí podía guardar alimento tal vez, pan, higos secos aceitunas y queso, o bien cualquier otro artículo, como las piedras que traía David cuando se enfrentó al gigante (1 S 17:40).

Nota doctrinal: Cristo entró por la puerta, vino a cumplir el plan perfecto de Dios, cumplió todas las profecías del Antiguo Testamento y no vino por sí mismo; cumplió todas las condiciones en obediencia a su Padre. Él es el pastor de las ovejas. El título de pastor, poimen, se da a un apacentador que guía a las ovejas, las atiende y las alimenta. En el Nuevo Testamento, como una continuación del ministerio de Jesús, se usa para identificar al ministro o pastor de la iglesia a quienes los creyentes se someten libremente. (Ef 4:11).

En segundo lugar, el pastor usaba una onda como arma defensiva y ofensiva, pero en algunas ocasiones la usaba para aventar piedras a las ovejas y marcarles límites o advertirles de algún peligro y que tenían que parar.

En tercer lugar, usaba un garrote (vara) era un palo fuerte con un lado grueso de madera en un extremo, muy bien reforzado y una hendidura donde se le colocaba un cordón que era usado para colgarse al cinturón, con este instrumento defendía a las ovejas de las fieras del campo y pasaba revista al regresar al redil sosteniéndolo a muy poca distancia del suelo y las ovejas pasaban por debajo, así se aseguraba que ningún otro animal se infiltrara.

En cuarto lugar, contaba con el cayado, con el que atraía a las ovejas hacia él y les iba marcando el camino correcto ya que estos animales son poco agresivas, son indefensas y hasta distraídas; en muchas ocasiones el pastor tenía que ir por las descarriadas y las enfermas según fuera el caso, sin él las ovejas podían perecer.

Para meditar: El pastor de este tiempo, con su atuendo y sus recursos llenaba una serie de simbolismos para la figura de Jesús como pastor y para los pastores de la iglesia.