El efecto de la crucifixión es doble, por una parte expulsa a Satanás, y por la otra, atrae a la humanidad hacia Cristo. El Padre y Cristo atraen a la humanidad hacía sí mismos (Jn 6:44). Por esto, es justo que la honra sea igual para el Padre y para el Hijo, (Jn 5:23) y que la alabanza en el cielo sean para el que está sentado en el trono y para el Cordero (Ap 5:13; 7:10; 7:17).