Había alguien en el grupo que no recibiría esa bienaventuranza, pues la Escritura habría de cumplirse. Isaías 46:9,10 registra quien es el Señor: “… porque yo soy Dios, y no hay otro Dios… que anuncio lo por venir desde el principio” . En su omnisciencia el Señor sabía lo que le iba suceder a Judas: “Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar” (Sal 41:9), Judas el compañero que durante más de tres años había andado con ellos, a quien también le había lavado los pies, vino a ser quien “levantò contra mi su calcañar”. En nuestro hablar se diría “me metió una terrible zancadilla”. Aunque Jesús conocía todas las cosas desde el principio, esta es la ocasión en que lo hace público a sus discípulos.
Para meditar: Trae bendición recibir a un enviado del Señor, porque será como recibirlo a él. El creyente debe regocijarse en abrir sus puertas, con sabiduría, consultando a su pastor para estar seguro de que todo está bien. Siempre será un privilegio hospedar, dar de comer, apreciar una vista. “Todo decentemente y con orden”