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El nuevo mandamiento, Jn 13:31-35  

Jn 13:31-35 "Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y en seguida le glorificará. Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir. Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.”

Glorificado,… glorificar. Del griego “doxaso”, significa hacer honor a y también hacer glorioso. En este pasaje se refiere a Cristo (Jn 7:39), así mismo de Cristo y el Padre (Jn 13:31,32). Cinco veces se repite este verbo en solo dos versículos. El Señor hace una declaración para el presente, y ese presente también traerá gloria futura. La glorificación que estaba por consumarse, es decir la muerte y posterior resurrección de Jesús, traería mayor glorificación para el Padre. Un tema que Jesús repite insistentemente en estos, sus últimos días, (Juan 12:23, 28). Los acontecimientos que vendrían inmediatamente después, confirmarían que sus palabras eran verdad y que solo le quedaba un poco de tiempo para estar con sus discípulos. La glorificación implicaba la separación.

Hijitos. La misma palabra que usa Juan (Jn 21:5; 1 Jn 2:1, 12, 13, 28.) Solo en los escritos de Juan se usa este término diminutivo y cariñoso.

Un mandamiento nuevo. Ya en Levítico 19:18 estaba escrito “… amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová” el Señor Jesús lo menciona en Mateo 22:39, después del primero y grande mandamiento. Pero este nuevo mandamiento que Jesús prescribe, va más allá, va a un grado más elevado “… como yo os he amado”. Esta era la medida de amor que Señor pedía para sus seguidores. Porque teniendo esta medida de amor los demás identificarían a los verdaderos seguidores de Cristo. En la Iglesia primitiva la gente del mundo podía decir de ellos: “Mirad cómo se aman” El Señor quería que la gente conociera la calidad de sus discípulos, al observar el grado de amor entre ellos.

Frente a la mayor traición que la humanidad ha conocido, el Señor establece la mayor norma que en el mundo puede existir: el amor, el amor como el de Cristo. Hermosa manera de concluir este suceso de dolor, una enseñanza que va más allá de la traición, amarse los unos a los otros, con el ejemplo vívido de Jesucristo.