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Jesús, la vid verdadera, Jn 15:1:17 

Jn 15:2-3 "Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva mucho fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”"

El “pámpano” es la rama que sale del tronco de la vid. Jesús compara al creyente con esta rama. Es lógico que un “pámpano” unido al tallo de la vid produzca fruto. Entre el creyente y Cristo existe una unión verdadera que producirá fruto.

El “fruto” no es ganar almas, o hacer buenas obras. Pablo, en Gálatas 5:22, 23 explica cuál es el fruto: “Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre; templanza, contra tales cosas no hay ley”. El fruto es lo que en la vida del cristiano muestre el carácter de Jesucristo tomando el control de todo su ser.

Si por alguna razón el “pámpano” fracasara en su misión de llevar fruto, el Padre lo “quitará”. En el evangelio de Lucas 13:6-9 está el ejemplo de la higuera que no daba fruto. El dueño pidió al viñador “córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? (Lc 13:7). Hay en la vid ramas silvestres que no dan fruto. La incompetencia atrae la ruina.

A diferencia de las ramas sin fruto, los pámpanos que sí den fruto serán podados, “los limpiará”, constantemente para que lleven más fruto. Es el Padre, el labrador, quien realiza la acción de purificar moralmente a los verdaderos cristianos que permanecen en su Hijo Jesucristo (1 Co 6:11; 2 Co 5:7). La condición para llevar fruto, ser purificado y llevar más fruto es “estar en Cristo o permanecer en él”.
Por la unión orgánica con Jesucristo como vid, todo cristiano debe llevar fruto. El hombre puede, de diferentes formas, pertenecer superficialmente a Cristo (“no habéis aprendido así de Cristo… si en verdad le habéis conocido…” Ef 4:20,21). Puede unirse a la iglesia o profesar la fe cristiana sin participar de la vida santificadora de Jesús. Esta rama tarde o temprano se verá cortada de la relación aparente con el Señor. Tal fue el caso de Judas Iscariote (Mt 26:14-16; Mt 27:6; Jn 12:5,6). Los apóstatas, (la palabra se traduce como apartarse, deserción, revuelta), son aquellos que se apartan de la fe verdadera, abandonando lo que antes profesaban.

La limpieza de los discípulos ha sido ya efectuada “ya vosotros estáis limpios por la palabra”, ¿cuándo? Desde el momento que aceptaron las palabras de Jesús y creyeron que era el Cristo fue realizada la limpieza de sus corazones (Mr 1:17,18; 2:14; Jn 1:12;45,50; 13:7-10). Cristo los limpió.