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El mundo os aborrecerá, Jn 15:18-27 – 16:4a 

Jn 15:22-24 "Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece. Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mí Padre”.

La vida de Cristo es una condenación constante de la vida y conducta del mundo. Jesús vino (Jn 1:10) y habló de la voluntad del Padre para la humanidad. La penetrante predicación del evangelio en contra del pecado declaró que “no hay justo ni aún uno” (Ro 3:10). Los judíos se enorgullecían de ser el pueblo de Dios y confesar su fe en él. Ahora ya no les era posible pasar por santos o respetables. Cristo hizo obras que declaraban que era enviado de Dios (Jn 3:2). Entonces, ¿Cuál es el pecado del mundo? Haber rechazado al Hijo de Dios (1 Jn 2:23).

La inhumanidad con que trataron a Jesús demuestra el odio que tenían hacía Él. No había razón de crucificar a Cristo, pero lo hicieron, y así cumplieron la profecía (Sal 69:4). Ellos tuvieron el gran privilegio de haber sido testigos de la presencia y obra del Mesías y cuando más grande es el privilegio, mayor es la responsabilidad. En el día que sean juzgados no podrán alegar ignorancia (Hch 17:30; Ro 3:25; 1 P 1:14).